Salvar las abejas y demás polinizadores es vital para la producción de cultivos y por ello, la agricultura y el control de plaguicidas juegan un papel importante
Hay razones de más para preocuparse por salvar las abejas y otros insectos polinizadores. Un informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) confirmaba hace un tiempo que en el norte de Europa y Norteamérica se están produciendo reducciones a gran escala de estos polinizadores silvestres.
La agricultura, causa y solución del problema
Aunque la agricultura es en parte responsable del declive de los polinizadores, también puede formar parte de la solución, si se toman medidas adecuadas que apoyen a los polinizadores como la gestión de entornos para ofrecerles alimento y refugio. También se debería centrar la investigación financiada con fondos públicos en la mejora del rendimiento de los sistemas agrícolas, llevando a cabo una agricultura orgánica.
Además, es importante conseguir elevar los estándares regulatorios de los plaguicidas a nivel internacional, ya que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lleva mucho tiempo trabajando para desarrollar un código de conducta mundial sobre la gestión de plaguicidas, pero hay muchos países que no lo siguen, por lo que en muchos sitios los pesticidas se están usando de una manera que resulta peligrosa y tóxica para las abejas, aves e incluso para los seres humanos.
Para salvar las abejas de esta “masacre”, investigadores de la Universidad Británica de Anglia del Este, indican varias medidas que deberían poner en práctica los gobiernos. A continuación os mostramos un decálogo de propuestas para lograr este objetivo.
Las diez medidas que se sugieren para salvar las abejas son las siguientes:
- Aumentar los estándares reguladores de los plaguicidas.
- Promover el manejo integrado de plagas (MIP).
- Incluir los efectos indirectos y subletales (los que no provocan la mortalidad de los polinizadores, pero pueden ocasionar efectos fisiológicos o de comportamiento a largo plazo) en las evaluaciones del riesgo de los cultivos transgénicos.
- Regular el movimiento de los polinizadores gestionados.
- Desarrollar incentivos para ayudar a los agricultores a beneficiarse de los servicios de los ecosistemas en lugar de los agroquímicos.
- Reconocer la polinización como una contribución agrícola.
- Apoyar los sistemas de cultivo diversificados.
- Conservar y restaurar la infraestructura verde (red de hábitats entre los que los polinizadores puedan moverse) en los entornos agrícolas y urbanos.
- Desarrollar la monitorización a largo plazo de los polinizadores y la polinización.
- Financiar la investigación que contribuya a mejorar los rendimientos de la agricultura orgánica, diversificada y ecológica.
Fuente: Ambientum