
Una alergia es una reacción del sistema inmune que genera anticuerpos frente los alérgenos (sustancias extrañas), lo que provoca una respuesta inflamatoria, generalmente en la piel, fosas nasales y pulmones. En este artículo os hablamos de la alergia al polvo: sus causas, síntomas y tratamiento.
Causas de la alergia al polvo: los ácaros
Aunque se puede ser alérgico a una o más de las sustancias orgánicas presentes en el polvo, los ácaros domésticos son la fuente principal de alérgenos del polvo de casa, ya que producen potentes alérgenos capaces de sensibilizar e inducir síntomas respiratorios en las personas sensibilizadas.
Los ácaros (acari o acarina, del griego akarés, ‘diminuto, que no se corta’) son una subclase de arácnidos, de los que existen casi 50.000 especies descritas de un total de entre 100.000 y 500.000 especies que todavía no han sido clasificadas. La mayoría de los ácaros no son visibles al ojo humano y alcanzan unas pocas décimas de milímetros de longitud. Constituyen uno de los grupos más antiguos de animales terrestres, ya que se conocen fósiles de hace 400 millones de años, y se encuentran distribuidos por todo el mundo, adaptados para vivir en todos los medios conocidos del planeta. Se han identificado ácaros en altitudes comprendidas entre los 5.000m sobre el nivel del mar y los 4.000m de profundidad, y son especialmente abundantes en áreas costeras. El rango de temperatura para su reproducción es muy amplio (5-30 °C), aunque su temperatura óptima es de 25°C. Algunas especies se han adaptado para vivir en manantiales, en los que soportan muy bien el intenso calor de las aguas termales en regiones volcánicas, mientras que otras lo han hecho en aguas polares, y toleran temperaturas extremas.
Los ácaros abundan, sobre todo, en lugares de mucha vegetación, entre los productos de desecho en descomposición y en asociación con musgos y líquenes; de hecho, en zonas boscosas pueden llegar a constituir entre el 70 y el 90 % del total de la población del suelo, y desempeñar un papel esencial tanto en los procesos de descomposición como en la integración al suelo de la materia orgánica. Además, los ácaros se encuentran de forma habitual en los domicilios, especialmente en colchones, almohadas, alfombras, ropa de cama y muebles tapizados, donde se alimentan de las escamas de la piel de personas de animales, restos de insectos y hongos, y desencadenan la alergia al polvo, la cual viene siendo alergia a las partículas y heces que desprenden los ácaros. Cada ácaro puede producir diariamente unas 20 partículas fecales con capacidad de provocar síntomas alérgicos, incluso tras la muerte del ácaro.
Se calcula que solo 25 de las más de 40.000 especies de ácaros descritas, están relacionadas con enfermedades alérgicas en el ser humano. Los ácaros implicados con más frecuencia en procesos alérgicos pertenecen al orden Astigmata, en el cual únicamente tres superfamilias son las responsables de causar problemas alérgicos:
- Pyroglyphoidae: a esta familia pertenecen el Dermatophagoides pteronyssinus (Trouessart, 1897), Dermatophagoides farinae (Hughes, 1961) y Euroglyphus maynei (Cooreman,1950), que son los causantes de la inmensa mayoría de sensibilizaciones alérgicas en Europa y Estados Unidos.
- Acaroidae: Acarus siro (L., 1758) y Tyrophagus putrescentiae (Schrank) son las especies relevantes dentro de esta familia.
- Glycyphagodae: Blomia tropicalis (Cock & Oshima, 1973) y Lepidoglyphus destructor (Schrank, 1781) se reconocen cada vez con más frecuencia como responsables de cuadros alérgicos.
Síntomas de la alergia a los ácaros del polvo
Los síntomas más frecuentes de la alergia al polvo son:
- Estornudos.
- Moqueo y goteo nasal.
- Ojos rojos y llorosos o con picazón.
- Congestión nasal.
- Picazón en la nariz, los ojos, el paladar o la garganta.
- Tos.
- Dolor y presión facial.
- Piel azulada e inflamada bajo los ojos.
No obstante, muchas personas con alergia a los ácaros del polvo también presentan signos de asma, como sibilancia y dificultad para respirar. Asimismo, en los casos intensos de la alergia, la afección puede ser continua (crónica), de modo que genera estornudos constantes, tos, congestión, presión facial, un brote de eczema o un ataque intenso de asma.
Diagnóstico y consejos para el tratamiento de la alergia al polvo
Para confirmar que eres alérgico a alguna sustancia trasmitida por el aire, tu médico puede usar un instrumento con luz para observar el estado del revestimiento de la nariz. Si eres alérgico a algo que se trasmite por el aire, el revestimiento de las fosas nasales se hinchará y puede tornarse pálido o azulado. También es posible que el médico te remita a un especialista en alergias (alergólogo), el cual te hará una prueba cutánea para alergias, así como un análisis de sangre para determinar a qué eres alérgico.
Tras confirmar tu alergia al polvo, el primer tratamiento para controlar la alergia a los ácaros del polvo es evitarlos y eliminarlos del hogar. Sin embargo, es imposible eliminar por completo los ácaros del polvo del ambiente, por lo que es posible que necesites medicamentos para controlar los síntomas, como los antihistamínicos orales fexofenadina o loratadina, o en forma de aerosol nasal, como la azelastina o la olopatadina; corticoesteroides y los descongestionantes o irrigadores nasales con agua salada para expulsar la mucosidad. Asimismo, otra opción sería la inmunoterapia, un “entrenamiento” del sistema inmunitario para insensibilizarlo al alérgeno que se realiza mediante una serie de vacunas.
En cuanto a las medidas de prevención frente a la alergia al polvo en el hogar, podemos llevar a cabo las siguientes:
- Lavar la ropa de cama cada semana a una temperatura de 60ºC y secarla por completo a buena temperatura.
- Mantener el nivel de humedad en la vivienda por debajo del 50 por ciento.
- Evitar utilizar en la decoración y los textiles del hogar materiales que cojan polvo con facilidad.
- Utilizar ropa de cama a prueba de alérgenos.
- Retirar el polvo doméstico con paños humedecidos y secar a continuación.
- No usar alfombras.
- Peluches lavables.
- Aspirar tapicerías y suelos a diario utilizando una aspiradora con bolsa de doble capa o un filtro de partículas HEPA.
- Permitir la entrada de la luz del sol durante las máximas horas del día y ventilar a menudo.
- Instalar filtros de partículas en el aire acondicionado y en la caldera. Cambiar el filtro cada tres meses.
- Utilizar fundas antiácaros en el colchón y la almohada.
- Realizar una limpieza periódica de sofás y butacas.
- Revisar periódicamente el domicilio y reparar los problemas de humedad que se detecten.
- Lavar la ropa que lleve tiempo guardada antes de utilizarla.
- Utilizar un purificador de aire.
Fuentes: Mayo Clinic y La Vanguardia

