El Departamento de Silvicultura de Virginia (Estados Unidos), advirtió a los residentes de la presencia de una de las orugas más venenosas de EE.UU. Se trata de una oruga peluda venenosa invasora que parece un peluquín en movimiento y que ha sido vista en “parques o estructuras cercanas” del este del estado. Debajo de su abundante pelaje, tiene un arsenal de espinas venenosas, y los expertos están barajando la posibilidad de un brote. Recomiendan a la población mantenerse alejada de la oruga. Y además de Estados Unidos, también hay registros de apariciones en México, Colombia, países de América Central, Paraguay y Argentina.
Esta oruga peluda venenosa, en realidad se llama Megalopyge opercularis (JE Smith, 1797) y es la oruga de dicha polilla o polilla de franela, que también es peluda. Se la conoce también como oruga de gato, oruga peluche, gato lanudo, apambico, oruga copo de algodón, gusano pollo y oruga pollito.
La larva, de hasta 5cm de largo, está bastante cubierta de largas y densas setas parecidas a pelos, lo que hace que se parezca a un pequeño gato persa. Es de color variable, desde blanco grisáceo a marrón dorado o gris oscuro. A menudo, presenta una veta de color naranja brillante que se extiende longitudinalmente. No obstante, su apariencia cambia con su ciclo de vida. El pelaje en las larvas del primer estadio, es, a veces, extremadamente rizado, dando a la oruga un aspecto algodonoso e hinchado, mientras que, en el estadio intermedio, tiene una apariencia más desaliñada y sin una cola distintiva. Asimismo, la polilla adulta, está cubierta por un pelaje largo en colores que van desde el naranja apagado hasta el amarillo limón, con patas peludas y/o negras vellosas.
La oruga peluda venenosa, se suele encontrar en robles, olmos, ciruelos silvestres, y plantas de jardín, como hiedras y rosas. Se distribuye por parte de Estados Unidos: por el este entre Virginia y Florida y por el sur; por México y partes de América Central. Aunque también fue visto en Venezuela, norte de Argentina, en Perú en plantaciones de café, en Colombia, en Boyacá y en Santander, donde se la puede encontrar en las plantaciones de cacao; en zonas de Ecuador en bosques; y en los bosques de Paraguay.
Sin embargo, como hemos dicho al principio, la oruga peluda es considerada como un insecto peligroso debido a sus espinas venenosas, incluidas en su pelaje, por lo que ni se te ocurra tocarla. El contacto con la piel causa una irritación inmediata de la piel caracterizada por una “erupción papular hemorrágica en forma de rejilla con dolor intenso y radiante”, la cual se irradia y también causa ardor, hinchazón, náuseas, dolor de cabeza, malestar abdominal, erupciones cutáneas, ampollas, y, a veces, entumecimiento o dificultad para respirar. En condiciones extremas, una gran dosis del veneno puede ser letal si no se trata.
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«Parecía como si me hubieran atravesado la parte exterior de la pantorrilla con un cuchillo caliente«, relató Crystal Spindel Gaston acerca de la picadura que sufrió. En su relato al diario The Daily Progress, la mujer explicó que tuvo que ir a la urgencia de un hospital y tardó tres días en recuperarse totalmente.
Los especialistas señalan que, si se toca una oruga peluche, es recomendable lavar el área afectada para eliminar los pelos del insecto y el veneno que haya quedado en la piel, con agua y jabón, aplicar o cremas con esteroides y tomar una aspirina para el dolor. También se recomienda usar celofán para retirar las espinas. Las personas que son sensibles a las picaduras de insectos, deberían además buscar atención médica de forma inmediata.
“Nadie está completamente seguro de por qué ha habido tantos informes recientes en Virginia. Con los cambios en nuestro clima, estamos viendo que algunos insectos cambian su población, pero es demasiado pronto para saberlo. Las orugas, las polillas y las mariposas tienen períodos cíclicos, se trata del momento adecuado y las condiciones adecuadas”, comentó Theresa Dellinger, diagnosticadora del Laboratorio de Identificación de Insectos de la Universidad Tecnológica de Virginia.
Aunque los científicos esperan que los depredadores naturales de la oruga ayuden a mantenerla bajo control, intervendrán si el tamaño de su población se sale de control.
