Ya llevamos un tiempo viendo que el aumento de la temperatura en los océanos y mares es una clara evidencia del calentamiento global. Durante los últimos 45 años, los satélites que orbitan alrededor de nuestro planeta han estado monitoreando la temperatura de los océanos viendo que esta es cada vez más elevada, pero en los últimos meses han detectado un calentamiento inédito del Atlántico Norte, en el que la temperatura media de todo el océano Atlántico en superficie ha excedido los 20ºC.
Las marcadas anomalías positivas de temperatura de las aguas superficiales (SST, Sea Surface Temperature), en el Atlántico Norte despiertan un enorme interés científico, ya que el valor medio de la SST en esta cuenca oceánica se encuentra en valores récord. Además, esto ocurre en dos momentos muy importantes: al comienzo de la temporada atlántica de huracanes 2023 y con el desarrollo de una fuerte fase de El Niño en el Pacífico.
Juan Jesús González Alemán, Meteorólogo Superior del Estado y miembro de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ha mostrado su preocupación por dicho calentamiento inédito del Atlántico Norte afirmando que: “2023 sobresale con una anomalía en la temperatura superficial del mar que no tiene precedentes en años anteriores. También observamos que es una tendencia clara de los últimos años: 2020, 2021 y 2022 ya habían tenido un comportamiento realmente anómalo. Desde que tenemos registros, nunca se ha visto al Atlántico Norte con una extensión tan grande de anomalías positivas en la temperatura superficial del agua. El océano empieza ya a mandar señales”, advierte.
“Está siendo un fenómeno bastante anómalo, es la primera vez que ocurre”, advierte también el climatólogo Jorge Olcina, profesor de la Universidad de Alicante. “En las latitudes subtropicales, entre la Península Ibérica y Senegal, es donde más se está notando ese calentamiento inédito del Atlántico Norte”.
Cabe destacar que la serie climatológica de mediciones de temperatura de las aguas superficiales del Atlántico Norte comienza en 1981, con lo cual, sabemos que la temperatura media de este parámetro, dentro del área 0 – 60ºN y 0 – 80ºW, está en valores nunca antes registrados desde 1981. Se trata, por tanto, de un fenómeno inédito, “una ola de calor marina masiva que domina millones de km cuadrados de océano. La anomalía de la temperatura de la superficie del mar estaría 1°C por encima de lo normal”.
En este otro gráfico que muestra anomalías de temperatura, si se compara la línea roja con el resto más abajo, se ve claramente la diferencia entre las temperaturas registradas en la superficie del agua del Atlántico Norte durante este año y la temperatura media registrada esos mismos días durante el periodo 1982-2023.
Se pensaba que la tendencia al alza se frenaría en algún momento, y, de hecho, en mayo el ascenso de la temperatura superficial del mar se estabilizó durante unos días. Sin embargo, en junio la temperatura no solo retomó la tendencia ascendente, sino que se disparó. En estos momentos la anomalía en todo el Atlántico norte es de 1,1 grados. Esta cifra puede parecer pequeña, pero en términos de energía, hay que tener en cuenta que el agua tiene una capacidad calorífica muy superior al del aire. Así, la energía asociada a un aumento de 1 grado en la temperatura de 1Kg de agua es equivalente a la de un aumento de 4 grados en la temperatura de 1Kg de aire.
Con respecto a las causas de este calentamiento inédito del Atlántico Norte, Olcina ofrece una posible explicación para lo que está pasando: “venimos de un invierno y un comienzo de primavera especialmente anticiclónico”, con un anticiclón muy potente en esta zona que ha permanecido al oeste de la península bloqueando las borrascas. Eso implica mucha radiación solar, mucha estabilidad atmosférica y que el aire se ha calentado, agravando la sequía y acumulando calor también en el agua del mar. “Esa sucesión de semanas de invierno tan anticiclónicas seguro que está detrás de ese calentamiento del Atlántico tan localizado y tan intenso”, asegura el climatólogo.
Asimismo, el anticiclón de las Azores estuvo muy debilitado y también los vientos alisios, lo cual tiene dos efectos en la temperatura: por un lado, reduce la evaporación, por lo que aumenta el calentamiento, ya que la energía procedente del Sol que no se gasta en evaporar agua, la calienta y se acumula ahí; y, por otra parte, está el afloramiento de las aguas profundas más frías, el cual se frena cuando desaparecen los alisios. Y a todo esto, obviamente, hay que sumar el calentamiento global.
Además, se trata de un fenómeno que se retroalimenta: a mayor temperatura de los océanos, más calentamiento de la atmósfera, y viceversa. “Tener océanos cálidos supone un mantenimiento del calor en la atmósfera terrestre, porque ese calor oceánico tiene que salir al aire, a la atmósfera, y lo hace muy lentamente”, explica Olcina. Y advierte, de nuevo, de algo especialmente preocupante. “Aunque cerráramos el grifo de las emisiones, el calor acumulado en los océanos todavía mantendría las condiciones de calentamiento durante décadas”.
Por otro lado, en cuanto a las consecuencias, el calentamiento inédito del Atlántico Norte ya tiene su reflejo en las aguas de la Península Ibérica, sobre todo en el Cantábrico, donde se alcanzó una temperatura superior a los 20ºC.
El agua superficial del Atlántico Norte está tan caliente en junio como lo estaría durante el pico de la temporada de huracanes (septiembre/octubre) y esto no es nada bueno. Asimismo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, más conocida como NOAA, ha lanzado un aviso oficial con un 56% de probabilidad de un intenso El Niño para el próximo invierno. Si esto es así, la situación se normalizaría, ya que tendremos más llegadas de masas de aire frío en la atmósfera y más DANAS y gotas frías, que enfriarían esa parte del Atlántico, pero esto también lo hace impredecible, por lo que la “situación es delicada”, indica Olcina.
Finalmente, a largo plazo, un calentamiento del mar como este conlleva las siguientes consecuencias:
- Elevación del nivel del mar: El calentamiento del agua provoca su expansión, lo que contribuye al aumento del nivel del mar. Además, el calentamiento global derrite los glaciares y las capas de hielo, liberando más agua al océano.
- Pérdida de biodiversidad: puede causar la pérdida de biodiversidad marina, incluyendo la muerte de los corales (blanqueamiento de corales) que son hogar de muchas especies de peces y otros organismos marinos.
- Cambio en las corrientes oceánicas: puede alterar estos patrones de circulación, lo que podría tener consecuencias significativas para el clima en diferentes partes del mundo.
- Acidificación de los océanos: El dióxido de carbono (CO2) es más soluble en agua caliente. Con más CO2 en la atmósfera debido a las actividades humanas, y con los océanos absorbiendo una gran parte de él, el agua del mar se vuelve más ácida. Esto puede tener efectos devastadores en la vida marina, especialmente en organismos con conchas calcáreas como los moluscos y algunos tipos de plancton.
- Impacto en la pesca y la acuicultura: El calentamiento puede tener un impacto en la distribución y la productividad de las pesquerías, y puede afectar la acuicultura, lo que podría tener consecuencias significativas para las economías que dependen de estas industrias.
Fuentes: La Voz de Galicia, Cazatormentas y National Geographic
