El Parque Natural de la Albufera de Valencia es un emblema natural y cultural de Valencia (España), que, desde su declaración como parque en 1990, ha sido un espacio característico y querido tanto por los habitantes de la ciudad como por turistas de toda España. Este humedal, famoso por sus atardeceres, sus paseos en barca y su riqueza natural, comprende unas 15.000 hectáreas, como parte de los municipios de Valencia, Alfafar, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, Beniparrell, Silla, Sollana, Sueca, Cullera, Albalat de la Ribera y Algemesí, muchos de ellos los más afectados por la DANA ocurrida los últimos días de octubre 2024, la cual hizo que se desbordaran diversos cauces, como como los ríos Turia y Magro y el barranco del Poyo o de Chiva, afectando gravemente a varios municipios de l’Horta Sur y la Ribera del Xúquer, donde las lluvias fueron muy inferiores. En concreto, la crecida del barranco del Poyo, que desemboca en la Albufera, destruyó el puente de Picanya que conecta con Paiporta, y el río Magro hizo lo mismo con el puente de Carlet.
Así pues, debido a la DANA, la Albufera de Valencia presenta ahora una imagen atípica y desoladora. Los campos de arroz han quedado anegados con agua sucia y contaminada, con restos de todo tipo. Hasta ahí ha llegado gran parte del caudal que arrastraba el barranco del Poyo y, con él, cualquier objeto o sujeto que empujaba la corriente.
Donde antes lucían las aguas cristalinas ahora se abren paso los coches destrozados, como el que estaba enterrado en medio de un arrozal visible desde la carretera que une Alfafar y El Saler, barro, lodo, maleza, plásticos, envases, zapatos, juguetes, electrodomésticos como neveras y microondas, contenedores y maquinaria del polígono industrial próximo. Elementos a los que se suman animales muertos e incluso cuerpos humanos. De hecho, la Guardia Civil ha localizado tres fallecidos en el parque natural.
Todo esto, hacen de la Albufera de Valencia un vertedero y una auténtica «catástrofe medioambiental», de la que todavía se desconoce el nivel de afectación.
El biólogo Javier Jiménez, experto en el humedal, asegura que su reconstrucción consistirá en un «trabajo mastodóntico» que supondrá el «reseteo» de l’Albufera.
«Recuerdo todas las recogidas de basura que hemos convocado con voluntarios y voluntarias que querían limpiar l’Albufera. Toda esa labor de concienciación sobre el uso de los microplásticos y el empeño por recuperar un humedal de aguas cristalinas se ha perdido. Llevamos desde los años 80 luchando por conservar este entorno en un contexto de colapso ambiental, con el crecimiento urbanístico. Esto es de dimensiones infinitamente más colosales. Estamos hablando de que ahora necesitamos hacer una reconstrucción sobre un vertedero, aquí nos queda un trabajo mastodóntico por delante», ha lamentado.
Además, al tener que abrir las compuertas del lago, se escaparon las anguilas que estaban engordando en los criaderos (o tancats, “cerrados”), además de las lisas y otros animales. “Ahora ya estarán nadando hacia el mar de los Sargazos. “Hemos perdido toda la temporada y solo esperamos que el lago aguante y el agua no esté muy contaminada”.
Amparo Aleixandre, gerente de la cofradía, culpa de la situación del lago a la industrialización y el crecimiento de los pueblos del sur de Valencia, que no han ido acompañados de la implementación de las infraestructuras hidráulicas necesarias para no contaminar el humedal con los vertidos industriales y fecales. “Esas poblaciones son las que ahora han sido anegadas”.
Por otro lado, también cabe indicar que la DANA también ha afectado a 75 kilómetros de playas valencianas, que han resultado invadidas por maleza, cañas y basura. La corriente natural va desde el norte hacia el sur y se llevó los restos arrojados por el río Turia, por los barrancos de su área, por la Albufera (que abrió sus compuertas) y por el río Júcar, hasta sus playas.
Finalmente, cabe recordar que “España es un país particularmente vulnerable a las consecuencias de la crisis climática. En episodios como este, surge la necesidad de establecer medidas más eficaces de respuesta temprana por parte de las administraciones públicas. La crisis climática obliga a repensar el diseño de las infraestructuras concebidas hace decenas de años, las cuales no están preparadas para estos acontecimientos extraordinarios, que cada vez serán más recurrentes e intensos”, según indican desde Ecologistas en Acción.
Fuentes: Cadena Ser, as, El País y Ecologistas en Acción
