La pandemia por el virus SARS-CoV-2 ha puesto de manifiesto la inevitable correlación entre la salud del entorno natural y la de los propios seres humanos. También se han visto los efectos beneficiosos de nuestro confinamiento para el planeta, como la reducción de la contaminación atmosférica; sin embargo, todavía no se ha hablado con claridad sobre las consecuencias negativas del Covid19, como los ecocidios, el aumento de la deforestación, la ingente cantidad de residuos plásticos de protección sanitaria que está llegando a los océanos, o la relajación del cumplimiento de diferentes acuerdos de emisiones, entre otras; de las que os hablamos aquí a continuación.
Ecocidios durante la pandemia del Covid19
El ecocidio es la destrucción del Medio Ambiente de forma intencionada, y es una de las graves consecuencias negativas del Covid19. En algunos países ya se considera como un crimen. En 2018, la Asamblea de Naciones Unidas aprobó una resolución para sentar las bases de un Derecho Ambiental Internacional, para frenar los ecocidios.
Con respecto a su historia, el concepto de ecocidio comenzó a generarse en los últimos años de la Guerra de Vietnam (1955-1975), cuando las huellas de dicho conflicto bélico eran patentes y devastadoras sobre el territorio, como los efectos de ataques con “agente naranja”, un potente herbicida utilizado como arma química por el ejército estadounidense y que acabó con la vida de cientos de miles de personas y dejó millones de hectáreas de terrenos yermos.
No obstante, la primera vez que se escuchó la palabra “ecocidio” fue en la Cumbre Ambiental de Naciones Unidas de 1972 en Estocolmo, donde Olof Palme, el primer ministro sueco, acusó a Estados Unidos de ecocidio por sus prácticas en Vietnam. En 1977, las Naciones Unidas adoptaron la Convención sobre la Prohibición de Uso de Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u Hostiles, para evitar que se volvieran a cometer sucesos como este de Vietnam.
Asimismo, el ecocidio estaba propuesto para ser el “quinto crimen contra la paz” cuando iba a constituirse la Corte Penal Internacional de la Haya en 1998, pero éste se quedó fuera por la oposición de Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos. A pesar de esto, iniciativas como “Ecocide Project” de la Universidad de Londres, siguen luchando hoy en día para que el ecocidio sea considerado un delito de esa gravedad, y más ahora, teniendo en cuenta los grandes incendios del Amazonas y los incendios forestales de Australia, entre otros ecocidios que se cometen y que resultan impunes.
A pesar de que ya se informó y constató que la destrucción de la naturaleza por el ser humano facilitó el surgimiento de esta pandemia (y traerá más en el futuro), según un estudio de WWF, las selvas tropicales se redujeron 6500 kilómetros cuadrados en el mes de marzo, lo que revela que la deforestación se ha duplicado durante la pandemia del Coronavirus 2019.
Por otro lado, la psicosis por la desinfección, también está dando lugar a disparatados ecocidios. Por ejemplo, el abuso de sustancias químicas como la lejía para desinfectar áreas comunes y urbanas, ha derivado en rociar toda una playa con lejía en Zahara de los Atunes (Cádiz); cuando, sin embargo, esta tendencia general de desinfectar con lejía, podría ser menos eficaz frente al virus de lo que piensan las autoridades.
En cuanto a política y legislación, cabe destacar como ecocidios, que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, ha reducido las regulaciones sobre emisiones de automóviles y eficiencia de combustible en el contexto de la pandemia por Covid19. En concreto, a finales de marzo puso fin a un plan de reducción de emisiones de vehículos que pretendía reducir la cuota de emisiones anuales del 5% al 1,5%, un cambio que podría liberar 867 millones de toneladas adicionales de dióxido de carbono a la atmósfera en la próxima década.
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Asimismo, el Decreto-Ley nº5/2020 de Mitigación del Impacto Socioeconómico del COVID-19 en el área de Medio Ambiente, contiene varios artículos en los que se permite un aumento de vertidos y contaminantes, que pasarían del 15% de la ley anterior al 30%, lo que contribuiría sin duda a empeorar el ya deteriorado estado del Mar Menor; mientras que el Decreto Ley nº3/2020 de Mitigación del Impacto Socioeconómico del COVID-19 en el área de Vivienda e Infraestructuras, deja a la ciudadanía y al Medio Ambiente indefensos, ya que algunos proyectos urbanísticos quedarían en manos de la Administración local, sin capacidad para detener tropelías ambientales como las ocurridas en Mar de Cristal, Calblanque y Sierra Minera.
Aumento de la contaminación y los residuos tras el confinamiento
Una de las consecuencias negativas del Covid19 en el Medio Ambiente sorprendente, es que los niveles de CO2 han aumentado, a pesar de ver durante la cuarentena la atmósfera más limpia. Así pues, datos de la Asociación Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), muestran que los niveles globales de CO2 aumentan bruscamente a pesar de la pandemia, y justo se aceleran debido a las emisiones derivadas de la actividad humana. La Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), controla el histórico de la evolución de los niveles de CO2, que han fluctuado estacionalmente según lo esperado durante la pandemia, pues las concentraciones globales de CO2 alcanzaron su punto máximo en mayo, al final del invierno en el hemisferio norte.
Otra consecuencia negativa del Covid19 para el Medio Ambiente, es el aumento de los desechos médicos y del consumo de material biosanitario, como guantes, mascarillas y equipos de protección individual (EPIs), debido a la necesaria protección frente a dicho virus, los cuales tienen que ser desechados tras su uso, ya que el coronavirus podía permanecer en ellos horas o incluso días. “Los hospitales en Wuhan produjeron un promedio de 240 toneladas métricas de desechos médicos por día durante el brote, en comparación con su promedio de menos de 50 toneladas”, indica una investigación.
Por otra parte, el aumento de las compras mediante plataformas digitales durante el confinamiento, conlleva una sobreproducción de desechos, siendo una gran parte de ellos, no reciclados. Asimismo, la reducción del reciclaje también ha sido otra de las consecuencias negativas del Covid19. “Como resultado de la pandemia, países como Estados Unidos han dejado de lado los programas de reciclaje en algunas ciudades, ya que las autoridades están preocupadas por el riesgo de propagación del coronavirus en los centros de reciclaje”, mientras que en países europeos, la gestión de residuos ha sido restringida. Italia, por ejemplo, prohibió a los ciudadanos infectados clasificar sus desechos para evitar posibles contagios.
Finalmente, hay que tener en cuenta que las medidas que se tomen como consecuencia de la crisis por el coronavirus, tendrán un impacto decisivo de cara a la consecución de los objetivos de la agenda 2030. Por tanto, la innovación se impone como la única salida para alinear los objetivos del crecimiento económico y la propia salud del ser humano y del planeta.
Fuentes: BBVA, BBVA OpenMind y Primicias