Después de haber visto nuevos dispositivos para detectar el cáncer, vemos ahora nuevos descubrimientos para su curación. Las células cancerígenas poseen la habilidad de desarrollar resistencia a las terapias actuales y hacen que la enfermedad sea difícil de tratar. Sin embargo, un estudio publicado en la revista “Nature Biomedical Engineering”, revela cómo la alteración de la estructura de la cromatina en las células cancerígenas podría facilitar su destrucción, siendo por tanto la cromatina, el punto débil o “talón de Aquiles” del cáncer.
La cromatina es la forma de empaquetamiento del ADN dentro del núcleo de las células, y su principal función es precisamente esa, empaquetar cuidadosamente el código genético; pero además, también puede regular que genes se “encienden y apagan”; así como en las células cancerosas ayuda a que éstas evolucionen y sobrevivan.
«Si piensas en la genética como hardware, la cromatina es el software«, explica Vadim Backman, coautor del trabajo. «Las enfermedades complejas como el cáncer, no dependen del comportamiento de genes individuales, sino de la interacción compleja entre decenas de miles de genes». Por ello, los expertos decidieron centrarse en la cromatina como el “talón de Aquiles” del cáncer, para así combatir la resistencia de éste frente a los medicamentos.
Para ello, desarrollaron una nueva técnica de microscopía de ondas parciales que permite la monitorización en tiempo real de la cromatina en las células vivas, pudiendo así evaluar la cromatina en una escala de longitud de 20-200 nanómetros, la cual es el punto preciso en el que el cáncer influye en la cromatina.
Analizando con esta técnica la cromatina en células cancerosas cultivadas, los investigadores descubrieron que la cromatina tiene una densidad de empaquetamiento específica relacionada con la expresión génica que ayuda a las células cancerosas a resistir frente los tratamientos.
Así, una densidad de empaquetamiento heterogénea y desordenada de la cromatina, provoca una mayor supervivencia de las células cancerosas en respuestas a quimioterapia; mientras que una densidad de empaquetamiento más conservadora y ordenada implica una mayor muerte de las células cancerosas. Por tanto, “solo mirando la estructura de la cromatina de la célula, podríamos predecir si sobreviviría o no», apunta Backman.
Basándose en este descubrimiento, los investigadores plantearon la hipótesis de que alterar la estructura de la cromatina para hacerla más ordenada, podría ser una forma de aumentar la vulnerabilidad de las células cancerígenas al tratamiento. Consiguieron esto modificando electrolitos en el núcleo de las células cancerosas y probaron esta estrategia utilizando dos medicamentos ya aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA): Celecoxib y Digoxina.
Combinando ambos fármacos con quimioterapia, los probaron en células cancerosas en laboratorio, donde el resultado fue más que sorprendente, ya que «en 2 o 3 días, casi todas las células cancerosas murieron porque no podían responder. Los compuestos Celecoxib y Digoxina no matan las células, sino que reestructuran la cromatina. Si bloqueas la capacidad de las células para evolucionar y adaptarse, ese es su talón de Aquiles», aclara Backman.
Si bien los investigadores están entusiasmados con sus hallazgos, advierten que se necesitan estudios en animales y humanos antes de poder llegar a conclusiones firmes. «Hay una gran diferencia entre cultivos celulares y humanos. Nunca se sabe cómo afectará el ambiente dentro del cuerpo humano al comportamiento del cáncer o si habrá efectos secundarios imprevistos», explica Backman.
