El iceberg A-76, el más grande del mundo ahora mismo, se ha desprendido del lado occidental de la plataforma de hielo de Ronne, en el mar de Weddell, en la Antártida. Se trata de un enorme bloque de hielo, de 4320 kilómetros cuadrados, más grande que la isla de Mallorca (España) y cuatro veces la ciudad de Nueva York, el cual ha sido identificado por los satélites Copérnico dentro de la misión Sentinel I de la Agencia Espacial Europea (ESA) y confirmado por el National Ice Center de Maryland (EE.UU.).
Dicha placa de hielo, mide 175 kilómetros de longitud y 25 kilómetros de anchura, por lo que tiene una superficie o área de 4320 kilómetros cuadrados, como ya hemos dicho. El iceberg A-76 supera en extensión a todos los que en la actualidad flotan por las aguas oceánicas. No obstante, no es tan grande como el iceberg A-68 que, con sus cerca de 6.000 km2, fue el más grande del mundo durante el 2020 y llegó a amenazar las islas de Georgia del Sur.
A partir de ahora, el A-76 también será vigilado por los distintos satélites, para medir sus posibles trayectorias y desintegración a medida que pase el tiempo. Se trata de una labor crucial, ya que, entre otras cosas, los icebergs representan un peligro para los barcos que atraviesan el Atlántico norte y las aguas alrededor de la Antártida.
Después de que el Titanic se hundiera cerca de Terranova en 1912, Estados Unidos y otros doce países formaron la Patrulla Internacional de Hielo para advertir a los barcos de los icebergs en el Atlántico Norte. Esta patrulla, utiliza aviones y radares para rastrear a los icebergs perdidos, sobre todo los más pequeños, denominados “bergy bits” y que no pueden ser detectados por los satélites.
Asimismo, estudiar los icebergs también es una tarea crucial para la ciencia, ya que ofrecen pistas sobre la evolución de las plataformas de hielo y sus colapsos como consecuencia de la llegada de aguas cálidas, así como su impacto en la vida en el océano.
Mark Drinkwater, un experto en teledetección criosférica de la ESA, señalaba que se espera que el iceberg A-76 sea arrastrado por la corriente costera que fluye hacia el suroeste. Es entonces cuando esperan que encalle o que choque contra la barrera de hielo Brunt del sur.
Los dos grandes continentes helados de nuestro planeta, la Antártida y Groenlandia, no son estructuras estáticas de agua congelada, sino que parecen tener vida propia gracias a los glaciares que los construyen y que, poco a poco “renuevan” el hielo que se encuentra allí.
Ahora bien, el hielo desplazado por los glaciares no tiene otra salida que el mar abierto, donde construyen plataformas de hielo en las que el mar actúa como su único soporte, por lo que, si esas aguas son más cálidas de lo habitual, lo más probable es que terminen desquebrajándose hasta formar lo que se conoce como icebergs.
Así pues, el surgimiento de icebergs a partir de la plataforma antártica Ronne y de otras, es un fenómeno natural, pero la dimensión de la misma y la frecuencia de la formación de estas placas, lleva a pensar a los científicos del National Ice Center que se trata de un efecto del calentamiento global.