El pico más famoso del mundo está mostrando su deterioro. Desde que fue escalado con éxito por primera vez en 1953, el Monte Everest se ha convertido en uno de los destinos más solicitados por los escaladores internacionales más temerarios. Cada primavera, cientos de personas acuden en grandes grupos a las laderas de la montaña de 8.848 metros de altura, y dejan atrás toneladas de basura y desechos humanos, por lo que el Everest es el basurero más alto del mundo ahora.
Cada vez, más montañeros, muchos de ellos inexpertos, pagan miles de euros a las agencias de trekking y escalada para que les lleven hasta la cima del monte más alto del mundo, pero a su paso dejan un rastro de tiendas de campaña, botellas de oxígeno, bombonas de gas, kilómetros de cuerda, latas de comida, equipamiento diverso, fármacos, heces e incluso trozos de cuerpos humanos y cadáveres; los cuales no desaparecen, ya que las bajas temperaturas los conservan y luego con el deshielo afloran; de modo que el Everest es el basurero más alto del mundo.
En las dos últimas décadas, ha habido un boom de expediciones al Everest, que vive una masificación de escaladores no profesionales dispuestos a todo, con tal de pisar el techo del mundo. Su inexperiencia empeora el problema de la basura, según Damián Benegas, que lleva más de veinte años escalando en la zona junto a su hermano gemelo Willie.
Así pues, en la cabecera del glaciar de Khumbu, localizado a cinco días de marcha del último lugar habitado, se genera una urbe de tiendas de campañas que albergan a los cientos de candidatos que acampan en dicho intento de alcanzar el punto más alto de la Tierra
Los sherpas, los guías de altitud, médicos, fotógrafos y los trabajadores de la etnia local, los acompañan y cargan grandes pesos, incluyendo las tiendas, las bombonas de oxígeno y las cuerdas, arriba y abajo de la montaña. Antes, normalmente, cada escalador cargaba con lo suyo, pero ahora lo hacen todo los sherpas, que tienen que ocuparse de los clientes y de guiarles. Las agencias que operan en el Everest, cada vez emplean a más guías para ocuparse de los clientes y su equipamiento, lo que aumenta la superpoblación en la ruta.
Toda esta gente, apenas estará allí mes y medio, pero en tan corto periodo de tiempo, les dará tiempo a dejar un rastro de basura que permanecerá durante muchos años en la montaña. Como lleva ocurriendo desde las primeras expediciones al Everest. Prueba de ello, son los restos de expediciones que de vez en cuando, los glaciares vomitan después de digerirlos durante medio siglo.
Y toda esta contaminación, está afectando a las reservas de agua abajo en el valle, donde se asientan las aldeas de la población local. Las aguas residuales son arrastradas valle abajo por los monzones, contaminando todo. De ahí que algunos expertos, como el ingeniero estadounidense Garry Porter, estén considerando la posibilidad de instalar una planta de biogás en el Campamento Base para reciclar los excrementos humanos en fertilizantes, así como también planean instalar baños respetuosos con el medio ambiente y zonas para desperdicios.
John All, profesor de ciencias ambientales de la Universidad de Western Washington, después de un reciente viaje al Everest, dice que “el impacto humano combinado con el cambio climático ha creado un desequilibrio notable. En general, los últimos 10 años han sido testigos de muchos cambios en las montañas y todos ellos han sido negativos para el medio ambiente en términos de supervivencia a largo plazo de los glaciares».
En concreto, All y su equipo notaron la coloración oscura de la nieve alrededor del Everest, lo cual es un resultado de la contaminación. «Eso significa que hay pequeños trozos de contaminación que la nieve está formando a su alrededor, de modo que ésta la está atrapando y la arrastra hacia abajo», explicó el profesor.
Por ello, el gobierno nepalés debería restringir el número de permisos de escalada emitidos cada año o, por lo menos, monitorear si esos buscadores de gloria son lo suficientemente experimentados como para enfrentarse al Everest.
Los crecientes problemas en el Everest han puesto al gobierno en una situación difícil, equilibrando las preocupaciones ambientales y de seguridad, con el crecimiento económico de la temporada, ya que los escaladores del Everest aportan USD 300 millones a Nepal.
«Es una gran cantidad de dinero para un país relativamente pobre como Nepal», dijo el coronel Ranveer Singh Jamwal, un oficial del ejército indio y veterano escalador del Everest. «No es de su interés económico limitar los permisos, ni debería ser su responsabilidad escanear la salud de los escaladores».
Además, no hay requisitos de habilidad o aptitud física. Todo lo que Nepal requiere a los escaladores del Everest es una cuota de USD 11.000 por permiso. Aparte, el equipo y otros gastos, hacen que el costo total de la mayoría de las ascensiones sea de unos USD 45.000 por escalador.
El reto de la recogida de la basura del Everest
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Dado que está claro que el Everest es el basurero más alto del mundo, ya hace algunos años, se empezaron a tomar algunas medidas. En 2014, se aprobó una regulación que exige que cada escalador saque, por lo menos, 17 libras de basura de la montaña, la cantidad promedio que cada escalador deja. Asimismo, el gobierno de Nepal obligó a que todas las expediciones pagaran un depósito de 4.000 dólares antes de subir, que les son devueltos si bajan de la montaña con un mínimo de ocho kilos de basura por persona. En el lado tibetano de la cara Norte, controlado por China, son multados con 100 dólares por kilo, si no vuelven con esa cantidad de desechos.
No obstante, estas medidas no son suficientes. La mayoría de los escaladores renuncian a recobrar su depósito, que no deja de ser una minucia en comparación a los entre 20.000 y 100.000 dólares que pagan por vivir su aventura. Además, algunos oficiales encargados de la vigilancia aceptan sobornos por mirar hacia otro lado.
Así pues, los gobiernos organizan aparte expediciones de recogida de basura del monte Everest. Una de ellas es la franco-nepalesa “Everest Green”, quien envío primero a un sherpa para reconocer el terreno y detectó que en la ruta normal se acumulan entre cuatro y cinco toneladas de basura.
Las estimaciones de Everest Green, afirman que, en las sucesivas operaciones de limpieza efectuadas en la montaña, se han retirado 16 toneladas de basura. Asimismo, en el caso de la Expedición Internacional Eco Everest, surgió la singular iniciativa de un puñado de artistas nepalíes de realizar en Katmandú una exposición con sus obras creadas a partir de estos desechos, entre los que se incluían restos de un helicóptero estrellado en la montaña.
Cifras aparte, la realidad es que la ruta normal del Everest se conoce por los restos que acumula en su recorrido hacia la cumbre. Especial dramatismo ofrece el collado Sur, situado a 7.980 metros, lugar en el que se pasa la última noche antes del ataque a la cima. En este venteado portacho, se acumulan cientos de residuos de todo tipo, siendo su retirada es más que difícil.
Más preocupantes resultan las acumulaciones de excrementos humanos en torno a los sucesivos campamentos de la ruta. Miles de kilos de deyecciones han quedado en lo alto del monte, en un lugar que acabarán contaminando la cabecera de valles donde viven miles de personas. Y gracias al cambio climático, los restos humanos congelados desde hace mucho tiempo, han comenzado a emerger alrededor del Everest en cantidades cada vez mayores. Incluir en la basura a los muertos puede parecer una falta de delicadeza, pero, técnicamente, los pedazos de alpinistas que aparecen de vez en cuando en el techo del mundo (brazos, piernas, pies o mandíbulas y también cadáveres enteros) lo son, al margen del respeto que debe guardarse a un fallecido.
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Por otro lado, también cabe destacar que en 2017, un equipo de escaladores de Nepal, llevaron a cabo una operación de limpieza y recogieron cerca de 25 toneladas de basura, según el Comité de Control de la Polución de Sagarmatha (SPPC), que es el nombre del Everest en idioma nepalí; así como los trabajos de limpieza iniciados por las autoridades chinas en el monte Everest, han permitido recuperar hasta ahora 8,5 toneladas de residuos, entre ellos 2,3 toneladas de heces humanas y una de equipos de alpinismo.
Una vez retirada de la montaña, la basura será seleccionada. Los restos orgánicos serán quemados en Namche Bazar, capital de los sherpas, a tres jornadas a pie del campamento base del Everest, mientras que plásticos, metales, pilas y residuos similares, se evacuarán vía aérea a Katmandú. Una vez en la capital de Nepal, los plásticos compactados y los objetos metálicos, se enviarán a India, mientras que las pilas serán recicladas en Francia.
«Queremos asegurar que las basuras no van a quedar almacenadas en cualquier punto a las afueras de Katmandú, como ha pasado en anteriores recolecciones en el Everest. También queremos con esta acción llamar la atención de la situación catastrófica de Nepal en el reciclaje de basuras», concluye Gérard Clermidy, presidente de la Asociación Montagne et Partage, organizadora de la expedición Everest Green.
Fuentes: El Mundo, infobae y Novo (La Voz de Galicia)