Entre el Día Mundial de la Biodiversidad y el Día Mundial del Medio Ambiente 2020, tuvo lugar una catástrofe medioambiental de grandes dimensiones, visible incluso desde el espacio. El 29 de Mayo, un enorme vertido de combustible diésel de unas 21.000 toneladas, acabó en los ríos y suelos de una zona con fauna y flora protegida del Círculo Polar Ártico, al norte de Rusia, tras el derrumbe de uno de los depósitos de una central termoeléctrica de la empresa NTEK, perteneciente al gigante minero Norilsk Nickel, en la ciudad de Norilsk, a unos 300km al norte del Círculo Polar Ártico. De esas 21.000 toneladas de vertido de combustible diésel, 15.000 acabaron en el río Ambarnaïa y otras 6.000 sobre la tierra circundante.
Las autoridades rusas decretaron el estado de emergencia federal, pero lo hicieron dos días después, ya que la información del accidente llegó al Ministerio de Emergencias el 31 de mayo, ante lo cual Putin ordenó una investigación sobre la gestión de las autoridades locales. «¿Es que vamos a tener que enterarnos de las emergencias por medio de las redes sociales?», recriminó al gobernador.
Por su parte, los ambientalistas explican que el combustible diésel es muy tóxico, más incluso que el petróleo crudo. “Un derrame de petróleo afecta a peces, a pájaros; pero el diésel es todavía peor porque la concentración de sustancias cancerígenas como el benceno es mayor, así que desde el punto de vista del impacto sobre los organismos que habitan el río, es nefasto”, explica por teléfono Knízhnikov. “Es además el tiempo del desove y de la migración de los pájaros hacia el norte, por lo que desgraciadamente, se producirán muchas muertes de los organismos vivos en el río y en sus orillas”, añade el ambientalista, que alerta además de los efectos a largo plazo debido a que quedarán sustancias tóxicas flotando en un río donde se encuentra fauna especialmente protegida, como los esturiones siberianos.
Por el momento, este gran vertido de combustible diésel, es considerado por las organizaciones ecologistas, como “el peor accidente ecológico producido por hidrocarburos en la región”, teniendo en cuenta que el Ártico ruso es una región frágil donde las explotaciones mineras, gasíferas y petroleras son numerosas, y donde la contaminación es un problema creciente ya desde la época soviética.
El vertido se ha extendido a lo largo de más de 20km de ríos locales y se ha desplazado hacia mar abierto. El grosor de la capa de petroquímicos alcanzó los 20cm. Dicho vertido de combustible diésel, ha causado daños ecológicos que requerirán al menos una década en subsanarse, según el Gobierno ruso. Se estima que el valor por estos daños puede ascender a 130 millones de euros.
La Fiscalía rusa ha comenzado una investigación criminal sobre el accidente, pero existe una larga tradición de compañías rusas que evaden por completo la responsabilidad financiera por daños ambientales, y algunas de estas empresas, están utilizando la crisis del Covid-19 para debilitar la legislación ambiental rusa. De todas formas, ya hay varios detenidos en prisión preventiva, entre los cuales están los directivos de la central termoeléctrica en la que colapsó el depósito, acusados de negligencia y daños medioambientales.
Por su parte, la compañía que opera la central, Norilsk Nickel, investigando las causas de la catástrofe, ha señalado que podría deberse a la descongelación del suelo de permafrost por el cambio climático. “Debido al hundimiento repentino de los soportes que sirvieron durante más de 30 años sin problemas, el tanque de almacenamiento de combustible diésel se dañó, lo que resultó en una fuga de combustible”, dijo en un comunicado Norilsk Nickel, el mayor productor mundial de paladio y la principal minera de níquel de Rusia.
De todas formas, Greenpeace Rusia ha demandado al Gobierno que realice una auditoría extraordinaria en todas las instalaciones situadas en el Ártico que contengan cantidades significativas de petróleo o de sus productos derivados. También ha pedido que se modifique la legislación para permitir inspecciones más frecuentes, con el fin de prevenir desastres ambientales como el ocurrido.
Asimismo, durante una videoconferencia dedicada parcialmente a la catástrofe, Putin habló con el ministro de Situaciones de Emergencia y el jefe de Norilsk Nickel, que fue reprendido por el presidente. “Si ustedes hubieran cambiado a tiempo (el depósito derrumbado) no se habría producido ningún daño”, le reprochó Putin, que ordenó un “profundo análisis de instalaciones similares en todo el país”. También exigió que se “haga todo lo posible para restaurar el medioambiente y la diversidad” en la zona contaminada.
Acciones y tareas de limpieza a contra reloj para evitar el avance y el daño del vertido
Al principio, el gobernador dijo que las autoridades locales no podrían solucionar la situación en las dos semanas siguientes, ya que no existía un plan claro sobre qué tratamiento dar al combustible y tierras contaminadas que se estaban retirando de los ríos y sus inmediaciones. Según Kobilkin, “es necesario recuperar la mayor cantidad de combustible, procesarlo con los correspondientes reactivos químicos, y solo cuando las cosas se tornen muy difíciles, quemar una pequeña parte”. El titular de Medio Ambiente también comentó a Putin que corresponderá al Ministerio de Emergencias paliar las consecuencias de este desastre ecológico, y no descartó que fuese necesario implicar a las Fuerzas Armadas. No obstante, finalmente se decidió que la tierra contaminada iba a ser trasladada y procesada para limpiarse; mientras que la mezcla de diésel y agua que flota sobre la superficie del río, sería bombeada a depósitos con una capacidad para 16.000 toneladas.
Cabe indicar que Greenpeace denunció las escasas medidas empleadas para contener la marea negra. Las barreras colocadas en el río donde se produjo el vertido, tan sólo pueden recoger una pequeña fracción del vertido de combustible diésel, mientras que el volumen principal del contaminante, permanecerá en el agua, según los expertos.
Mijaíl Sarkov, director adjunto de Rescate Marítimo del Norte explicó: «Lo más importante de nuestro trabajo es evitar que el derrame se extienda porque si se extiende al Ártico, nadie podrá recoger el hielo. Cuando llegamos aquí, toda la zona estaba cubierta por una capa de aceite de 20 centímetros de grosor. Ahora pueden ver que todo está limpio».
Finalmente, una semana después de la tragedia, las autoridades rusas indicaron que habían logrado frenar el avance del gran vertido de combustible diésel. Sin embargo, al día siguiente de esta comunicación, Estados Unidos ofreció su ayuda: “A pesar de nuestros desacuerdos, Estados Unidos está listo para ayudar a Rusia a detener este desastre ambiental y brindar nuestra experiencia técnica”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, en una publicación en su cuenta de la red Twitter.
Esta catástrofe ambiental, pone de manifiesto la necesidad de que el Gobierno ruso reconsidere el modelo económico existente basado en los combustibles fósiles y el deterioro de la naturaleza. Greenpeace, junto con otras ONG rusas, ha elaborado un Plan de Recuperación Verde para Rusia, donde establece los principios básicos para la recuperación después de COVID-19.
Por desgracia, desastres como este continúan repitiéndose a lo largo de la historia, y está demostrado que castigar al culpable ya no es suficiente. Hay que dejar de financiar combustibles fósiles como el gas, el petróleo y el carbón, que ponen en peligro la supervivencia de nuestro planeta, y dar paso al uso de las energías renovables.
Fuentes: Greenpeace y El País