Continuando hablando sobre el misterioso origen de la vida, un equipo de científicos liderado por la Universidad de Tokio, han llegado a la conclusión de que una forma de vida rudimentaria pudo haber existido en la Tierra hace 3950 millones de años, cuando todavía se producían intensos bombardeos de cometas y asteroides sobre nuestro planeta; tras haber hallado “huellas” de los primeros microorganismos en rocas de grafito de Labrador, al este de Canadá, tal como explican en su estudio publicado en la revista “Nature”.
“Hemos hallado la prueba más antigua de vida sobre la Tierra en Canadá, en rocas sedimentarias en la región de Labrador, que datan de hace 3,950 millones de años”, declaró Tsuyoshi Komiya, uno de los autores del estudio.
La Tierra se formó hace unos 4.538 millones de años y la vida debió surgir varios cientos de millones de años después. Se cree que los primeros organismos posiblemente se originaron hace unos 4.200 millones de años. Encontrarlos es improbable si no imposible, pero los científicos sí están siendo capaces de hallar en rocas muy antiguas pruebas de lo que podría ser actividad microbiana.
Cabe indicar que este no es el único estudio sobre los primeros microorganismos en la Tierra. Desde un año atrás, se vienen publicando varios descubrimientos, como el de los estromatolitos de Groenlandia de hace 3700 millones de años, o los microorganismos fósiles del cinturón de Nuvvuagittud (Canadá) de entre 3770 y 4290 millones de años.
Obstáculos de la investigación y escepticismo sobre las huellas de los primeros microorganismos
Los restos fósiles de los primeros microorganismos son más bien escasos y las rocas de ese período que todavía permanecen, suelen estar mal conservadas. Por tanto, una de las mayores dificultades a las que se enfrentaron los científicos, fue probar que esos restos orgánicos hallados en las rocas fueron producidos por esos primeros microorganismos, en lugar de por procesos geológicos.
Para ello, los investigadores realizaron un detallado análisis geológico, en el que midieron las concentraciones y composiciones isotópicas del grafito y del carbonato. Los isótopos son átomos que poseen el mismo número de protones pero distinto número de neutrones. El carbono posee varios isótopos naturales, pero en este trabajo, se centraron en los isótopos carbono 13 y carbono 12, siendo éste último, el 12, el que tuvo éxito. “Los organismos, para desarrollarse, prefieren isótopos ligeros, como el carbono 12, más que el carbono 13, más pesado”, explicó Tsuyoshi Komiya. Así, su equipo descubrió que los granos de grafito estaban claramente enriquecidos de carbono 12, por lo que “la firma de este grafito es biógeno”, es decir, proveniente de los primeros microorganismos.
En concreto, los organismos que dejaron esas huellas, explica Komiya, “habrían vivido hace 3.950 millones de años en el océano y todo el material se habría depositado en el fondo oceánico”. Su estudio, asegura, “descartó que la presencia de ese grafito se debiera a una posterior contaminación de esas rocas. Todo el material es autóctono«, confirma.
Sin embargo, la identidad de esos primeros microorganismos sigue siendo un misterio. «Vamos a analizar otros isótopos como nitrógeno, hierro y azufre, de la materia orgánica y minerales acompañados, para identificar los tipos de organismos. Además, podemos estimar el medio ambiente en el que vivían los primeros microorganismos, analizando la composición química de la roca misma», aclara Komiya.
Si los hallazgos son precisos, significa que la vida se apoderó de la Tierra apenas un segundo geológico después de su formación hace unos 4.500 millones de años. Sin embargo, existe mucha controversia y escepticismo alrededor de este hallazgo y estas suposiciones.
Sylvian Bernard, geoquímico del Museo Nacional de Historia Natural de Francia se mostró escéptico con el método del estudio. Según él, “no solo los seres vivos tienen esa firma isotópica, también puede ser fruto de reacciones de minerales entre sí o de fluidos entre sí”.
«El grafito biogénico es el que está relacionado inequívocamente con la vida. En mi opinión, a pesar de la importancia de este estudio en relación con las condiciones de habitabilidad de la Tierra primitiva, las pruebas isotópicas y estructurales que aportan, no terminan de ser claras e inequívocas en este sentido», explica Jesús Martínez-Frías, jefe del grupo de Investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias en el IGEO (CSIC-UCM), sin vinculación con este trabajo.
Martínez-Frías, considera que «se trata de un estudio muy interesante que incide en aspectos geoquímicos para concluir acerca de las huellas de vida antigua en la Tierra, pero, no hay que confundir estos resultados con la existencia de biomarcadores claros. Un biomarcador es un compuesto orgánico que procede o está relacionado inequívocamente con la actividad metabólica de un organismo y lo que se describe en este trabajo, son geomarcadores que evidencian la posibilidad de un origen biogénico, pero no indicadores inequívocos de la presencia de vida».
Por tanto, determinar cuándo aparecieron los primeros microorganismos en la Tierra, dice Komiya, «es una cuestión difícil porque para ello, hay que demostrar que la vida no existía antes de esa fecha, y en ciencia es muy difícil probar la ausencia de algo. Debido a que la edad mínima de la vida en la Tierra es de entre 3.950 y 3.800 millones de años, debió aparecer antes: yo, personalmente, pienso que la vida surgió relativamente pronto en la historia de la Tierra», afirma. Por eso considera que es posible que se originara hace 4.200 millones de años, como sostienen algunas teorías basadas en cómo estaba configurado entonces nuestro planeta.
«Personalmente, sí pienso que tal vez la vida comenzó en la Tierra antes de lo que se pensaba en un principio. Y paulatinamente se van detectando más evidencias de habitabilidad indicando que esto pudo ser así», apunta, por su parte, Jesús Martínez-Frías. «Pero, dicho esto, también hay que ser rigurosos.
Fuente principal: El Mundo