¿Qué medidas hay que tomar tras los incendios forestales para recuperar el Medio Ambiente destrozado?
Cuando vemos que los incendios forestales no hacen más que aumentar cada año, como el devastador ejemplo ocurrido en Galicia, Portugal y Asturias o los incendios de Grecia y el Amazonas, debemos aceptar que los incendios forestales van a suceder cada año con más frecuencia e intensidad y que van a provocar graves consecuencias sociales, económicas y ambientales, por lo que hay que preparar presupuestos y a todo el personal que se pueda para combatirlos. Después de haber visto cuáles eran las principales consecuencias de los incendios forestales (destrucción del paisaje y ecosistema, aumento de erosión con las primeras lluvias, suelo desnudo y estéril, desaparición de la cubierta vegetal del suelo, alteración de pH, muerte y alteraciones en microorganismos del suelo, colmatación de ríos y presas, huida de animales, aumento de escorrentía del agua, etc.), vamos a ver a continuación, qué podemos hacer tras los incendios forestales para, al menos, intentar recuperar el ecosistema del área afectada.
Antes de nada, cabe indicar que la intensidad de los incendios forestales, la frecuencia con que se sucedan, la desaparición de la vegetación, la fragilidad del medio, el tipo de clima y las características orográficas y topográficas de la zona dañada, entre otros factores físicos del medio, determinan la rapidez y eficacia de la recuperación de las áreas quemadas. Si ésta no se produce de forma natural, es preciso llevarla a cabo artificialmente.
Lo primero que se debe hacer tras un incendio forestal es limpiar lo quemado, es decir, retirar los restos vegetales quemados, los cuales pueden atraer plagas y contaminar aguas con las primeras lluvias. A continuación, hay que analizar el estado del suelo para saber sí se puede recuperar y cómo. Después, hay que dejar pasar un plazo de dos años e ir preparando y acondicionando el terreno para llevar a cabo la repoblación. Una vez esto, se comenzaría a reforestar con semillas y arbustos autóctonos, teniendo en cuenta que hay que planificar bien la rehabilitación, viendo qué especies debemos dejar que se regeneren y cuáles no.
Por otra parte, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en su “Inventario de tecnologías disponibles en España para la lucha contra la desertificación”, propone una metodología, centrada sobre todo en la vegetación, para restaurar los sistemas forestales incendiados, de manera que se consiga frenar los procesos erosivos actuales, controlar las posibles avenidas, favorecer la regeneración natural de la cubierta vegetal y reforestar las zonas desprovistas de vegetación. Esta metodología comprende acciones en las cuencas vertientes (ayudas a la regeneración natural, repoblaciones forestales, apilado y eliminación de madera quemada, etc.) y acciones puntuales en la red de drenaje (hidrotecnias de corrección) y en las laderas, así como en la red viaria; la cual os resumimos a continuación.
A la hora de realizar la restauración de una zona forestal incendiada, lo primero que hay que determinar es la urgencia de dicha recuperación. Para ello, hay que tener en cuenta la extensión de la superficie incendiada, las características de los ecosistemas afectados y el impacto socioeconómico que el incendio forestal va a ocasionar en la comarca. No debe realizarse ninguna actuación restauradora sin un estudio completo del medio físico y socioeconómico, de sus recursos y de su evolución dinámica, y sin una planificación en el espacio y en el tiempo de todas las actuaciones. Los resultados del primer análisis de la zona afectada permitirán pues, planificar las actuaciones, delimitando por un lado las actuaciones de urgencia y, por el otro, las actuaciones para la restauración de la cubierta forestal tras el incendio.
Además de estas actuaciones urgentes, es fundamental la realización de un proyecto para la inmediata restauración de la cubierta vegetal en la zona incendiada, ya que estas actuaciones urgentes no conducen por sí solas a la recuperación de la zona incendiada, sino que sirven para paliar los efectos negativos (hidrológicos y erosivos) que se generan tras los incendios forestales; así como cabe indicar que las actuaciones deben realizarse una vez transcurrido un cierto tiempo (variable en cada caso) desde el incendio, para poder tener una perspectiva espacial y temporal de la evolución de las masas forestales que había antes de ser afectadas por el fuego.
Según la metodología propuesta, se debe analizar el estado en el que se halla la zona de estudio tras el incendio, transcurrido un cierto tiempo después (diferente en cada caso) desde que aquél tuvo lugar, es decir, ver en qué estado de regeneración se encuentran esas superficies, para después decidir y proyectar las actuaciones que sean pertinentes, con el fin de favorecer la restauración de dichas zonas de cara a minorar los procesos de degradación. Para ello, debe elaborarse un inventario de regeneración.
Una vez realizado un exhaustivo estudio del medio natural y socioeconómico de la zona objeto del proyecto, se diferencian, según factores físicos y biológicos, una serie de unidades de actuación en las que se diseñan distintas operaciones. Así, se tienen zonas que no poseen apenas regenerado mientras que otras presentan una buena regeneración, incluso pudiendo llegar a ser excesiva en otras zonas. De manera global pueden definirse los siguientes tipos de actuaciones genéricas: Actuación intensa, Actuación moderada favoreciendo el arbolado, Actuación moderada favoreciendo el matorral, y Actuación ligera.
Sin embargo, si existiesen algunos rodales en los que el regenerado es excesivo, lo que supondría una competencia tal que si no se actuase sobre ellos, los pies pertenecientes a esos rodales crecerían débiles, pudiendo llegar incluso a morir, por lo que debe procederse a efectuar clareos en dicho rodales, cortando los pies mal conformados y dominados en los grupos de regeneración de excesiva densidad, tratando de favorecer los pies que han de perdurar, de modo que no se malgasten nutrientes y agua en una competencia que de forma natural llevará a la muerte de los pies afectados por el clareo.
De cara a la realización de las principales fases del programa de repoblación, se recomienda que debido a que se trata de repoblaciones protectoras del suelo, las técnicas de preparación deben ir encaminadas a facilitar el arraigo de las especies, pero alterando al mínimo los perfiles y estructura del suelo y evitando formar cauces para evitar que el agua escurra con rapidez, empeorando la situación. Por ello, la apertura de hoyos debe realizarse de manera mecánica mediante tractor de orugas hasta pendientes del 30%, puesto que éste puede circular sin volcar siguiendo las curvas de nivel, siempre que no existan piedras a la profundidad en que se trabaja, ni los suelos sean excesivamente arcillosos.
Otra posibilidad para la preparación del suelo en zonas áridas y semiáridas, es la utilización de procedimientos como microcuencas o cuencas de contorno que se apliquen para regular las escorrentías, utilizando sus caudales en beneficio de la repoblación, de manera que temporalmente se modifica el comportamiento hidráulico de la ladera. Así, con la construcción de estas estructuras es posible controlar la velocidad del flujo por debajo de los límites erosivos al evitar una excesiva acumulación de caudal.
A partir del 50% de pendiente, en aquellas zonas donde la intensidad de los procesos erosivos existentes y las altas pendientes presentes aconsejan realizar las labores de reforestación mediante unos procedimientos más adecuados a dichas circunstancias, se plantea la plantación en fajinadas o la construcción de escalones de matorral. La efectividad de las fajinadas construidas siguiendo curvas de nivel depende principalmente de la capacidad relativa de éstas para retener sedimentos, en relación a la velocidad de erosión post-incendio. La mayor parte de los experimentos concluyen que son efectivas en las primeras tormentas después de la instalación y que su efectividad es mayor en las laderas planas, perdiendo eficacia en las laderas convergentes.
En las laderas erosionadas y con fuertes pendientes puede recurrirse también a las mantas y redes orgánicas con hidrosiembra, de forma que quede protegida toda la superficie frente a los procesos erosivos durante el tiempo que tarda en instalarse la vegetación. Estas técnicas resultan altamente eficaces al proteger el suelo de manera inmediata al evitar el impacto de la gota de lluvia sobre el terreno y el sellado de los poros, y aumentar la rugosidad, todo lo cual ayuda a mantener la velocidad de infiltración. A ello se une su capacidad de incrementar la germinación de semillas y el crecimiento de las plantas, al elevar el contenido de humedad del suelo y reducir la temperatura de su superficie. En las cárcavas incipientes de menor tamaño deben colocarse albarradas vegetales realizadas a base de restos vegetales de la zona y con un posterior relleno parcial de tierra para la posterior implantación.
Por otra parte, también deben llevar se a cabo las siguientes actuaciones:
– Actuación en barrancos:
Este tipo de actuación debe desarrollarse en los barrancos y vaguadas de la zona incendiada. En estos parajes la configuración topográfica da lugar a la acumulación de escorrentía, por lo que las especies que viven y/o que pueden introducirse en los mismos son más higrófilas que en las laderas o llanuras. En consecuencia, en estos barrancos y vaguadas se procede a la plantación con especies más adaptadas a esta situación, con lo que se incrementa la diversidad, con el consiguiente efecto positivo en el paisaje y en el ecosistema. En lo que se refiere a los incendios forestales, la presencia de esta vegetación constituye una barrera frente al paso del fuego.
– Actuación sobre quercíneas:
Cuando existan pies de quercíneas, hay que intentar mantenerlos y conservarlos, salvo que su grado de afección por el fuego impida su viabilidad. La actuación fundamental es el resalveo de las cepas, con el fin de eliminar competencia y favorecer el desarrollo de los mejores pies.
– Actuación de defensa contra plagas y enfermedades:
Uno de los problemas que se presenta tras los incendios forestales, es el incremento de riesgo de plagas y enfermedades. Esto se debe a que las plantas afectadas presentan una menor vitalidad y, por consiguiente, una menor resistencia frente a agentes patógenos. Para lograr que la masa en restauración no se vea afectada por dichos agentes nocivos, se deben realizar, de manera fundamental, algunas actuaciones como eliminación de la masa vegetal muerta quemada por el incendio (tal y como os indicábamos), realización de tratamientos selvícolas de policía, entendiéndose como tales aquellos encaminados a la eliminación de los pies vivos pero debilitados por el fuego y que puedan sufrir fácilmente ataques de plagas o enfermedades; y la colocación de árboles cebo, donde de los pies a eliminar, se dejan varios fustes troceados y colocados estratégicamente por la superficie afectada, a fin de conseguir que sean cepos para el ataque de las posibles plagas, los cuales se eliminan en el momento adecuado a fin de evitar la propagación de dichas plagas.
– Actuación en las infraestructuras viarias:
Para completar la restauración integral de la zona incendiada, deben realizarse una serie de actuaciones sobre las infraestructuras de la red viaria. Las más importantes son el arreglo de las pistas que se hayan visto dañadas por el paso de la maquinaria durante las labores de extinción, completar las labores de limpieza de pasos de agua y de cunetas en aquellos tramos que no se hayan arreglado durante las actuaciones de urgencia, y la construcción de albarradas en los barrancos transversales a las pistas, de manera que se minoricen los efectos de los caudales líquidos y sólidos aportados por las laderas.
Después de todo esto, es importante señalar que las administraciones públicas deben tomar conciencia de este problema ambiental de los incendios forestales y comenzar a poner en práctica medidas para solucionarlo. Estas medidas deben ser preventivas durante los meses de otoño e invierno, que es cuando no hay incendios forestales. Sin embargo, desgraciadamente, en un contexto de crisis económica, en lo primero que se recorta es en el ámbito de medioambiente, por lo que hay que recordar que el medioambiente aporta valiosos servicios o recursos naturales (agua, oxígeno, suelo, biodiversidad, etc.) de los que depende toda la población y que están en riesgo por la carencia de medios para su gestión.
Fuente principal: QUO