Investigadores han descubierto que mediante la inhibición del factor de transcripción PfAP2-I en la entrada del parásito en los glóbulos rojos, se puede evitar la aparición de los síntomas de la malaria.
Malaria, la enfermedad
La malaria o ‘paludismo’ es una enfermedad causada por parásitos de la familia Plasmodium que se transmiten a través de la picadura de mosquitos. Se trata de una enfermedad infecciosa que se corresponde con una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo, la cual está más acentuada en África y los países tropicales por poseer éstos los hábitats ideales para que el parásito y el mosquito convivan y la enfermedad se desarrolle.
Los parásitos Plasmodium tienen un ciclo vital muy complejo que se divide en tres etapas. Cuando el mosquito transmisor del parásito pica a una persona, el Plasmodium infecta las células hepáticas, en las que crece y se multiplica. Luego, parte desde ahí hacia el torrente sanguíneo para invadir los glóbulos rojos o eritrocitos, en los que se divide de forma exponencial, ya que cada célula del parásito tiene la capacidad de dividirse en 32 copias o merozoitos para invadir, a su vez, otros 32 glóbulos rojos, y así sucesivamente. En esta fase de invasión y reproducción en los glóbulos rojos, cuyo ciclo dura aproximadamente 48 horas, es cuando se manifiestan los síntomas de la malaria.
Inhibición de PfAP2-I, el remedio
Investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania en Old Main (EE.UU.), han hallado que la inhibición del factor de transcripción PfAP2-I, que es una proteína, es suficiente para detener la malaria incluso antes de que se desarrollen sus síntomas.
Como indica Manuel Llinás, director de la investigación, “Es realmente simple. Si prevenimos que el parásito invada los glóbulos rojos, prevendremos toda la enfermedad. Nuestro objetivo era comprender cómo se encuentra regulada esta invasión a nivel genético. Una de la características distintivas del Plasmodium es que tiene muy pocos factores de transcripción, esto es, proteínas que se unen a secuencias específicas del ADN para dirigir qué genes se tienen que expresar y cuándo. La mayoría de los organismos multicelulares tienen centenares de estos reguladores, pero hasta donde sabemos, el parásito tiene una única familia de factores de transcripción denominados ‘proteínas AP2’, y uno de estos factores es el PfAP2-I, el cual se pretende inhibir”.
El PfAP2-I es el primer regulador conocido de los genes invasores de Plasmodium falciparum, la especie responsable de la forma más letal de la malaria. En total, el PfAP2-I regula de forma específica cerca de 150 genes, donde el 18% se sabe que están implicados en la invasión de los glóbulos rojos.
Como muestra este nuevo estudio, el PfAP2-I también activa a otro factor de transcripción denominado “proteína 1 del bromodominio” (PfBDP1), el cual es conocido por su papel en la infección de los eritrocitos. Así, estas dos proteínas, PfAP2-I y PfBDP1, trabajan juntas para regular la transcripción genética durante la fase crítica de la infección de la malaria.
Cabe indicar que la invasión de los glóbulos rojos, ha sido considerada durante mucho tiempo como un candidato para el desarrollo de vacunas antipalúdicas. De hecho, muchas proteínas que se encuentran en la superficie de los merozoitos que ayudan al parásito a unirse a un nuevo glóbulo rojo para empujar y colarse dentro, han sido utilizadas como diana para estas vacunas, las cuales, sin embargo, han fracasado. La razón se explica porque estas proteínas de superficie son muy redundantes, por lo que o se interfiere con todas y cada una de ellas o no se bloqueará la invasión. Sin embargo, al bloquear el PfAP2-I sí se podría prevenir que todo este mecanismo de invasión llegara a activarse.
Fármacos en vez de vacunas
Aun a día de hoy hay parásitos resistentes a todos los fármacos antipalúdicos conocidos. Por tanto, según las nuevas evidencias, debe descartarse el desarrollo de vacunas que actúen sobre las proteínas de superficie de los merozoitos y, en su lugar, buscar nuevos fármacos con capacidad de inhibir el PfAP2-I, ya que así se evitaría que esta proteína se una al ADN para iniciar la expresión de los genes invasores, a la vez que se prevendría que el PfAP2-I colabore con otras proteínas. De este modo, la infección se detendría antes de que el parásito llegue a entrar en los glóbulos rojos.
Además, cabe indicar que los seres humanos carecemos en nuestro organismo de dicho factor PfAP2-I, por lo que los fármacos que lo inhiban serían específicos para éste y causarían mínimos efectos secundarios.
Fuente: ABC