A la pandemia del coronavirus COVID-19 y a la plaga de langostas de África, se suman otras dos nuevas catástrofes: una nueva erupción del volcán Krakatoa e incendios forestales provocados en las inmediaciones en los restos de la central nuclear de Chernóbil.
Nueva erupción del volcán Krakatoa en 2020
El volcán Anak Krakatoa, en Indonesia, acaba de despertar de nuevo. El pasado 10 de abril comenzó una nueva erupción del volcán Krakatoa, expulsando una columna de cenizas de hasta 500 metros hacia el cielo. Y aunque no se han registrado víctimas, el país se encuentra en alerta 2, en una escala de hasta 4, por la posibilidad de una erupción destructiva.
Recordando un poco la historia de este volcán, está situado en el estrecho de Sonda, entre Java y Sumatra, al Sudoeste de Indonesia. Se trata de uno de los volcanes más activos y peligrosos. En 1883 entró en erupción, provocando un tsunami con olas de 22 metros que dejó cerca de 40000 fallecidos, y también causó el enfriamiento del planeta durante el siguiente verano con su nube de polvo y cenizas. Tras esto, el Krakatoa quedó hundido, hasta que, en 1928, una nueva erupción del volcán lo hizo aparecer, ahora bajo el nombre de “Anak Krakatoa” que significa “Hijo del Krakatoa” en la lengua local, aunque en realidad era el mismo volcán.
Desde entonces, el volcán ha ido creciendo en altura con sus sucesivas erupciones, menos destructivas, aumentando una media de 5 metros al año. Así, en 2017 ya superaba los 400 metros. Sin embargo, esto se vio truncado cuando en 2018 otra nueva erupción del volcán Krakatoa destructiva tuvo lugar (en la imagen de cabecera). Ésta provocó un nuevo tsunami que acabó con la vida de más de 400 personas, y el colapso del volcán, perdiendo más de 100 metros de altura.
La nueva erupción del volcán Krakatoa (imagen superior) del 10 de abril de 2020, no ha sido tan violenta como las anteriores descritas, pero aun así, ha sido bastante fuerte. Tras dos grandes explosiones, el volcán continuó expulsando ceniza y humo hasta la madrugada del 11 de abril, y desde ese día, el Anak Krakatoa ha producido fuentes y ríos de lava, así como intensas fumarolas y lluvia de cenizas en un radio de 2 kilómetros alrededor del mismo.
El Centro de Vulcanología y Mitigación de Desastres Geológicos, ha informado de que la nueva erupción del volcán Krakatoa se escuchó a 150 kilómetros y generó una columna de ceniza que alcanzó aproximadamente 15 kilómetros. Sin embargo, a pesar de ser la erupción más intensa del Anak Krakatoa desde el 2018, los vulcanólogos de la zona consideran que es una erupción que entra dentro de lo habitual. «La erupción está dentro del nivel esperado para un área propensa a desastres. Potencialmente podrían ocurrir erupciones, pero no se ha detectado actividad volcánica que pueda conducir a una mayor intensidad de erupción», indicaron.
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A veces este tipo de pequeñas erupciones terminan aquí, pero en otras ocasiones son el aviso de una gran erupción que podría provocar otro tsunami. Por eso las poblaciones cercanas ya están en alerta. Además, varios medios locales, informaron de que otros seis volcanes, situados en el llamado Anillo de Fuego, también han entrado en erupción, además del Volcán de Fuego en Guatemala, y el Popocatepetl, en México.
Incendios forestales en Chernóbil muy cerca la central nuclear
Por otra parte, casi al otro lado del planeta, en Ucrania, a principios de este mes de abril, un incendio forestal amenazaba los restos de la central nuclear de Chernóbil, el cual, actualmente, ya está bajo control, según las autoridades del país. Sin embargo, la capital ucraniana se halla cubierta de humo, por lo que se ha instado a los residentes a resguardarse en sus hogares y cerrar sus ventanas.
Hace tres semanas, las llamas alcanzaron la denominada “zona de exclusión de Chernóbil”, un territorio de 2.600 kilómetros cuadrados alrededor de la antigua central atómica soviética que explotó en 1986 y donde el acceso y la habitabilidad están severamente restringidas por las autoridades. Apenas viven unas 200 personas allí, pese a la orden de abandono, pero durante casi dos semanas, los incendios han arrasado el área, disparando la radiación incluso en la capital, Kiev, a 100 millas.
Así pues, las llamas alcanzaron la localidad de Prípiat o Pripyat, donde vivían las familias de los operadores de la central cuando se averió el cuarto reactor el 26 de abril de 1986 y que ahora es una ciudad fantasma, a dos kilómetros de los depósitos con residuos radiactivos.
Cabe indicar que la situación se volvió crítica, ya que el fuego estuvo a tan solo 1,5 kilómetros del domo protector del reactor que explotó en 1986.
En varias ocasiones, las autoridades ucranianas han dado por sofocados o controlados los fuegos, pero siguen apareciendo nuevos focos. Los incendios en la zona de exclusión de Chernobyl se extinguieron en gran medida el 14 de abril debido a la lluvia, pero estallaron nuevamente dos días después en tres nuevos lugares, debido a los fuertes vientos, según el Servicio de Emergencia del Estado de Ucrania. «Los vientos están alcanzando los 21 kilómetros por hora», ha asegurado la autoridad que controla la zona de exclusión. «No hay amenaza para el refugio, los residuos radioactivos u otros objetos críticos en la zona de exclusión», han insistido, no obstante.
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Sin embargo, Greenpeace dijo que los incendios son mucho más extensos que lo informado por las autoridades. El mayor incendio, de acuerdo a Greenpeace, cubría 34.000 hectáreas, mientras que un segundo fuego ocupaba un área de 12.000 hectáreas. Asimismo, los activistas se dedicaron a cavar trincheras y hacer cortafuegos para evitar que el fuego alcanzase la zona de la central, donde un moderno sarcófago cubre desde 2016 el averiado cuarto reactor y, según sus constructores, garantizará su seguridad durante los próximos cien años.
En cuanto a los culpables de estos incendios forestales, las autoridades dijeron que han identificado a una persona sospechosa de provocar uno de los incendios quemando pasto seco en la zona. El hombre de 27 años dijo haber quemado los pastos “por diversión” y que no había podido apagar el fuego cuando el viento lo avivó. Asimismo, también vieron que otro vecino de la zona había quemado basura y prendido fuego sin querer al pasto, provocando otro devastador incendio no reportado a las autoridades.
Cabe señalar que en la zona se han registrado incendios con cierta frecuencia, ya que suelen comenzar cuando la gente prende fuego a pastos secos a principios de primavera, una práctica extendida en Ucrania, Rusia y otros antiguos países soviéticos, y que, a menudo, provoca graves incendios forestales.
Fuentes: El Mundo, Tiempo.com, Infobae y El Periódico
