Un nuevo plástico vegetal hecho con azúcares de plantas desarrollado por la compañía de productos químicos renovables y sostenibles Avantium de los Países Bajos, permitirá fabricar envases que ayuden a reducir el problema de la contaminación ambiental por microplásticos.
Al contrario que con el petróleo, aquí hay muchas fuentes para obtener esta materia prima. En la producción de plástico vegetal o plástico de plantas, se utilizan los azúcares extraídos de distintas plantas, como trigo, maíz o remolacha, cultivados de manera sostenible.
El plástico vegetal así obtenido, es el PEF (furanoato de polietileno), un nuevo polímero reciclable hecho de materias primas de origen vegetal y, en muchos aspectos, superior al PET (tereftalato de polietileno), por lo que tienen una especial utilidad para las botellas. Los envases de plástico que se puedan elaborar a partir de los azúcares de las plantas, son mucho más beneficiosos para la conservación, tanto del agua como de cualquier tipo de alimento.
“Este nuevo plástico vegetal, lo suficientemente resistente como para botellas de este material contengan bebidas carbonatadas, tiene credenciales de sostenibilidad medioambiental muy atractivas, porque no utiliza combustibles fósiles, puede reciclarse, e incluso se degradaría en la naturaleza mucho más rápido que los plásticos normales”, según indica Tom Van Aken, director ejecutivo de Avantium.
Así pues, los ensayos han probado que el PEF se descompone en un año usando un sistema de compostaje (proceso de degradación orgánica controlada) y tarda unos años más en degradarse si se mantiene en condiciones normales expuesto al ambiente y al aire libre, lo cual es más rápido que el PET, aunque lo ideal sería reciclarlo.
No obstante, el plástico vegetal no se biodegrada durante su uso normal, sino que esto ocurre solo cuando un producto fabricado con este plástico termina involuntariamente en el entorno natural, donde la presencia de bacterias y hongos hará que se descomponga. “La rapidez de esa biodegradación dependerá de las condiciones ambientales (humedad, lluvia, calor, luz solar)”, señala Caroline van Reedt Dortland, directora de Comunicación de Avantium.
“El proceso de fabricación de dicho plástico vegetal, tendrá lugar en una biorrefinería, donde se dividirán los azúcares provenientes de plantas de cultivos sostenibles, en unas estructuras químicas más simples que, luego, se podrán reorganizar para conformar el nuevo plástico a base de plantas. Podría llegar a los estantes de los supermercados en forma de envases y botellas en 2023”, según Van Aken.
“Al principio se producirán unas 5,000 toneladas anuales de este “plástico de plantas”, aumentando su producción a medida que lo haga la demanda, e incorporando, a continuación, los azúcares de desechos vegetales (también de origen sostenible) para que no afectar la cadena de suministro de alimentos”.
Esta tecnología, llamada YXY, que permite procesar azúcares de remolacha azucarera, caña de azúcar, trigo y maíz, y de residuos forestales o agrícolas, ya se ha probado con éxito en las plantas piloto de Geleen y la biorrefinería de demostración de Delfzijl.
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Además, dicha tecnología, reduce significativamente la liberación de CO2 y otros gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento del planeta, en comparación con los procesos tradicionales para producir plástico a base de petróleo.
Cabe indicar que las firmas Carlsberg y Coca-Cola prevén embotellar algunas de sus cervezas y refrescos en este material de origen vegetal, y Danone será otro de los pioneros en incorporar a sus envases este material.
Fuentes: Diario Libre y La Vanguardia