Las mascarillas se han convertido en un complemento básico para los ciudadanos, siendo obligatorio su uso en muchos casos, gracias a su eficacia para frenar los contagios. Sin embargo, una consecuencia no deseada de su utilización masiva, es el abandono de mascarillas usadas en espacios públicos, donde el impacto de estos productos será similar al que producen otro tipo de plásticos abandonados en la naturaleza: ingesta directa o indirecta por parte de la fauna, causando obstrucciones de vías respiratorias y gastrointestinales o muertes por inanición, así como problemas de enredos, principalmente, además del riesgo añadido de actuar como vectores de transmisión del propio virus. Por tanto, es más importante que nunca una correcta gestión de los residuos, buscando ideas de reciclaje y reutilización de mascarillas y demás equipo de protección, en este caso.
Ideas de reciclaje de mascarillas y protección Covid-19
Poco después de la declaración del primer estado de alarma, el Gobierno emitió unas instrucciones para el correcto tratamiento domiciliario de estos artículos, que además de no poder ser reciclados debían ser rigurosamente separados del resto de residuos domésticos. Su destino en bolsas herméticamente cerradas en el contenedor gris de restos orgánicos, debería ser provisional mientras no se descubrieran fórmulas para un tratamiento más propio de una economía circular.
Entre las primeras propuestas para el reciclaje de mascarillas y materiales de protección, se contó la de la empresa francesa Plaxtil, que planteó que, una vez separadas las mascarillas quirúrgicas de los desechos y tras ponerse en cuarentena el material, éste se triturara para fabricar soportes para EPIs, como pueden ser las pantallas transparentes para la protección de la cara.
Otra iniciativa absolutamente novedosa a nivel mundial surgida en España, plantea la posibilidad de reciclar mascarillas quirúrgicas de un solo uso para producir de forma inocua combustible industrial. Para ello, la empresa vasca Nantek pensó en introducir las mascarillas usadas en un reactor y someterlas a elevadas temperaturas y a la acción de reactivos para eliminar toda clase de bacterias o patógenos. Posteriormente, el material que las compone, se degrada de sólido a líquido.
“Con un kilo de mascarillas podemos producir 0,8-0,9 kilos de combustible, lo que equivale aproximadamente a un litro” afirma Mikel Azkona, uno de los dos socios creadores de la empresa. En realidad, esto “se trataba de un proceso ya pensado anteriormente para el reciclaje de otro tipo de plásticos, que ahora hemos adaptado a las mascarillas”, señala Azkona.
Y por otro lado, el Instituto Tecnológico de Aragón (ITAINNOVA), adscrito al Departamento de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento del Gobierno de Aragón, ha presentado los resultados de una investigación sobre el reciclaje de las mascarillas FFP2, para producir otros productos de uso cotidiano.
Cabe indicar que el reciclaje de mascarillas es complicado, ya que el coronavirus puede sobrevivir hasta tres días en materias plásticas, no hay puntos de recolección pública adecuados y la confección de las mascarillas con tres diferentes materiales, hace que el proceso se complique todavía más.
Las capas que forman los filtros están basadas principalmente en polipropileno (PP), material que podemos encontrar en piezas como las fundas de las propias mascarillas, las pinzas de la ropa o en pequeñas piezas de nuestros coches, entre otros productos. Otro de los materiales que forman las mascarillas, es el polietileno (PE), que se puede encontrar en las bolsas o en los recipientes de los geles. Y en menor cantidad, también está el polietileneterfatalato (PET), que es el material de las botellas de agua.
Según Cristina Crespo, responsable del equipo de investigadoras, la idea es «pensar en las mascarillas no como un elemento de protección, sino en el material del que están hechas, el plástico, un material que encontramos en todos los utensilios habituales». Así pues, en el proceso de reciclaje de mascarillas que presentaron, se evita la etapa de separación y clasificación. «En ITAINNOVA, hemos querido estudiar la opción de obtener una mezcla de materiales reciclados, obtenidos únicamente a partir de las mascarillas».
Una vez tenido esto en cuenta, la primera fase del proyecto (denominado Wasamask), es la desinfección de las mascarillas con alcohol y calor. Después, tras la eliminación de las gomas y el metal de ajuste, se ha procedido al triturado conjunto sin separar ninguno de los distintos tipos de plástico. Una vez se disponga del material, en formato tipo escamas, se ha procesado de la misma manera que se procesan otros plásticos, mediante extrusión y posterior inyección en molde. El resultado final, han sido unas piezas con geometría definida, pero se pueden producir otros productos como pueden ser los “salva-orejas” de las mascarillas, otros de uso cotidiano como piezas de juguetería, macetas o, por qué no, piezas de automoción.
Cabe indicar que, este proyecto es pionero a nivel nacional, y en Europa solo se conoce un proyecto similar en Francia, en el que solamente se trabajan con las mascarillas quirúrgicas, mientras que aquí emplean las FFP2.
Mascarillas reutilizables o biodegradables, alternativas sostenibles a las desechables
Por otra parte, de forma paralela al reciclaje de las mascarillas, también se proponen mascarillas reutilizables o biodegradables, aunque hay que tener en cuenta que el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo del Gobierno de España no recomienda la utilización de mascarillas de tela caseras reutilizables, ya que según estudios “protegen menos que las mascarillas quirúrgicas e incluso pueden aumentar el riesgo de infección debido a la humedad, la difusión de líquidos y la retención del virus.”
Frente a esto, hay varias líneas de investigación abiertas para lograr crear equipos de protección seguros para el gran público que tengan un menor impacto en el medio ambiente.
En España, el CSIC anunció un proyecto de filtros antivirales biodegradables y mascarillas fabricadas con nanofibras reutilizables y biodegradables, que son lavables, tienen una capacidad de filtración 10 veces mayor que las convencionales, y pueden desecharse en el contenedor de residuos orgánicos.
La tela de la máscara es de nanofibras de origen natural, los filtros son compostables, el clip nasal es de acero inoxidable 100% reciclable, y las gomas de sujeción están confeccionadas con materiales derivados del maíz.
Además, para prevenir la inhalación de microorganismos derivados del uso propio de la mascarilla, se puede desinfectar con pulverizaciones de solución alcohólica al 70% sin perder sus capacidades óptimas de filtración; pero se debe evitar introducir en agua o soluciones acuosas.
Asimismo, la empresa revertirá parte de los beneficios de la venta a los proyectos de investigación y desarrollo que realiza el CSIC.
También en España, la empresa barcelonesa Sentinel ha confeccionado una mascarilla en microfibra hidrofugada de doble cara, que se puede lavar hasta 90 veces sin perder efectividad y que tiene un alto grado de protección. Concretamente, cumple con la normativa UNE0065 de mascarillas higiénicas reutilizables. Al usarla, la reducción de residuos es drástica: con solo cuatro mascarillas se puede proteger a una persona durante un año entero.
Y finalmente, otras alternativas de mascarillas reutilizables de otros países son las del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea (KAIST), que ha logrado crear filtros reutilizables que después de los lavados mantienen una eficacia similar a la de las mascarillas quirúrgicas desechables, o la de la Universidad Politécnica de Hong Kong (PolyU), que anunció el lanzamiento de protectores faciales que podrían reutilizarse después de desinfectarse y estarían listos para su producción masiva y su comercialización a precios asequibles.
Fuentes: BBVA OpenMind, ecoavant.com e ITAINNOVA
