Estos días se ha hecho público en Berlín el sexto informe del IPCC completo o el sexto informe de Evaluación del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, y ha sido aprobado por los 195 gobiernos miembro de la organización. Se trata del mayor informe sobre los impactos, la adaptación y la vulnerabilidad del cambio climático del Grupo de Trabajo II, con la participación de 270 autores de 67 países, según el cual las consecuencias de la crisis climática ya se están sintiendo en todo el planeta y afectan a cuatro de cada diez personas, es decir, más de 3300 millones de personas son vulnerables al cambio climático; por lo que se urge a actuar.
El sexto informe del IPCC completo, para el cual se han revisado más de 34.000 estudios, destaca cómo el aumento de las temperaturas globales ha alterado el sistema meteorológico mundial. Más allá de la variabilidad natural del clima, la crisis climática, con eventos extremos más frecuentes e intensos, ha causado ya impactos adversos generalizados y pérdidas y daños relacionados en la naturaleza y las personas.
“Estos impactos adversos están ocurriendo en todas partes”, recalca Jeffrey Kargel, científico principal del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson, en EE.UU. Pero estos efectos, junto a las sequías, las inundaciones, las precipitaciones, los huracanes, el deshielo de los glaciares y las capas de hielo, el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo marino del Ártico y los incendios forestales, ya se habían predicho desde hace décadas.
Sin embargo, el cambio climático no entiende de fronteras, y la rapidez e intensidad con la que se están produciendo los impactos ha sorprendido hasta a los científicos, que insisten en este informe que la temperatura media global no supere los 1,5ºC respecto a la era preindustrial. “Francamente, me temo que el rebasamiento más allá de eso puede ser considerable, viendo cómo van las cosas”, añade Kargel.
El sexto informe del IPCC completo alerta que el mundo se enfrenta a múltiples riesgos climáticos inevitables en las próximas dos décadas con un calentamiento global de 1,5°C. En la actualidad, ya hemos alcanzado un aumento de 1,1°C y su impacto está afectando a los sistemas naturales y humanos. Los expertos advierten que incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se producirán graves impactos adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles.
El aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones, ya están superando los umbrales de tolerancia de plantas y animales, provocando la muerte masiva de especies vegetales y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos, están ocurriendo simultáneamente, causando impactos en cascada que son cada vez más difíciles de gestionar.
Riesgos crecientes en todo el mundo
“Este informe presenta un catálogo impactante de los daños, ya significativos y crecientes, que sufren las vidas y los medios de subsistencia en todo el mundo a causa de los impactos del cambio climático, como inundaciones, sequías y olas de calor más intensas y frecuentes. Estos impactos, seguirán aumentando durante muchas décadas más, hasta que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero se reduzcan efectivamente a cero”, recalca Bob Ward, director de política y comunicación del Instituto de Investigación Grantham sobre el Cambio Climático y el Medio Ambiente de la London School of Economic and Political Science (LSE).
Millones de personas de África, Asia, América Central y del Sur, las islas pequeñas y del Ártico, son especialmente vulnerables a la inseguridad alimentaria y de agua. En Europa, los impactos de las olas de calor y las sequías son cada vez más frecuentes, y en las regiones del sur, en países como España, se prevén impactos más negativos.
Europa ya está sufriendo una mortalidad y morbilidad de las personas y cambios en los ecosistemas debido al calor; estrés por calor y sequía en los cultivos; escasez de agua e inundaciones y aumento del nivel del mar.
Según el sexto informe del IPCC completo, se prevén importantes pérdidas de producción agrícola en la mayoría de las zonas europeas a lo largo de este siglo, que no se compensarán con las ganancias del norte de Europa. Además, la adaptación a través del riego será cada vez más complicada debido a la limitada disponibilidad de agua.
En el sur de Europa, más de un tercio de la población estará expuesta a la escasez de agua en un escenario de 2°C. Con el de 3°C, este riesgo se duplicará y podrían producirse importantes pérdidas económicas en los sectores dependientes del agua y la energía. Para Europa occidental y del sur, y muchas de sus ciudades, el riesgo de escasez de agua aumentará considerablemente con un escenario de 3°C.
No obstante, las conclusiones revelan que la región más amenazada de toda Europa por los efectos del cambio climático es el área del Mediterráneo, que sufrirá los efectos de las sequías y una subida del nivel del mar. En la ribera sur, donde confluyen el cambio climático y otros riesgos sociales y económicos, los impactos serán más severos.
Hay consenso en que en el Mediterráneo la sequía será un riesgo muy relevante. En este sentido, las predicciones apuntan a un aumento considerable de las sequías: por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4%, por lo que se predicen unas reducciones de entre un 5% a un 20%, según nuestra capacidad de reducir emisiones.
A esto se añade el hecho de que en la cuenca del Mediterráneo la vulnerabilidad al cambio climático es muy asimétrica. El sexto informe del IPCC completo, que ha revisado los Objetivos del Desarrollo Sostenible en esta zona, muestra que los indicadores son extremadamente diferentes entre la orilla sur y el norte de la cuenca mediterránea. La orilla sur tiene índices de pobreza, seguridad alimentaria, acceso a las energías renovables, al agua, a la educación o a la salud, más reducidos. Este hecho, expone aún más a la población de esta zona a efectos del cambio climático ya que, por ejemplo, tienen menos recursos para adaptarse a los impactos futuros.
“Un ejemplo muy claro de esa mayor vulnerabilidad al cambio climático en la orilla sur del mediterráneo es el incremento del nivel del mar en Egipto, un país de 103 millones de habitantes. Solo en el Delta del Nilo se espera que más de 6,3 millones de personas puedan verse seriamente afectadas si el nivel del mar sube por encima de los 80 cm, un escenario contemplado con las tendencias de emisiones de gases de efecto invernadero que tenemos hoy día”, declara Jofre Carnicer, profesor de ecología de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), y uno de los autores del informe.
Las olas de calor marinas llevan a las especies a sus límites de tolerancia
Junto a otros 12 expertos, Elena Ojea es autora principal del capítulo 3, Ocean and coastal ecosystems and their services, del informe del Grupo de Trabajo II, “esto quiere decir que entre los 13 hicimos la síntesis de la evidencia científica más reciente y escribimos el capítulo, al que contribuí desde mi conocimiento multidisciplinar sobre impactos y adaptación en sistemas marinos, allegando la visión de las ciencias sociales al grupo”, explica la investigadora de la UVigo, que destaca la relevancia de esta cuestión para poder evaluar la vulnerabilidad de la población costera a los impactos del cambio climático y las respuestas que desde la gestión se pueden dar.
En el capítulo 3 del Informe en el que participó, la coordinadora de Future Oceans Lab, Elena Ojea, destaca, entre las conclusiones principales a las que llegaron las y los investigadores, que las olas de calor marinas que duran entre semanas y meses están llevando las especies marinas a sus límites de tolerancia.
“En concreto, muchos ecosistemas de arrecifes de coral, bosques de algas (kelp) o prados marinos cambiarán si la temperatura global aumenta por encima de grado y medio. Vemos también que ya nos estamos adaptando a los impactos marinos, pero no es suficiente”, explica Ojea, que apunta que una conclusión de todo el informe es que se precisa emprender una adaptación transformadora. “Esto significa reinventar las instituciones para ser quien de superar los obstáculos históricos. Para el mar, tenemos identificado adaptaciones que consisten en restaurar y conservar la naturaleza (como restauración de humedales costeros) que, además de reducir impactos, si se diseñan bien, pueden mejorar desigualdades existentes entre la población (que la hace vulnerable) y tener procesos de toma de decisión justos e inclusivos, contribuyendo a los objetivos de desarrollo sostenible”, detalla la investigadora de la UVigo.
Elena Ojea y el catedrático Xavier Labandeira, confirmaron a la UVigo en 2018 como la única institución académica española con dos participantes en la elaboración del Sexto Informe de Evaluación del IPCC. A la espera de que el Grupo III en el que participa Labandeira como revisor editor presente en próximos meses las conclusiones de su trabajo, Ojea hace un balance muy positivo de su participación en el trabajo desarrollado por el Grupo II. “Hasta ahora, cada informe del IPCC tiene cambiado la política climática internacional y espero que con este se consigan cambios importantes. Siempre se necesita más de lo que se compromete y me gustaría que el sexto informe del IPCC completo sea un punto de inflexión”, reflexiona.
Acción urgente necesaria fortaleciendo la naturaleza
“Este informe es una advertencia terrible sobre las consecuencias de la inacción”, explica Hoesung Lee, presidente del IPCC. “Demuestra que el cambio climático es una amenaza grave y creciente para nuestro bienestar y la salud del planeta. Nuestras acciones de hoy determinarán la forma en que las personas se adapten y la naturaleza responda a los crecientes riesgos climáticos”.
Los países tienen un historial de décadas de inacción climática. Para evitar la creciente pérdida de vidas, de biodiversidad y de infraestructuras, los expertos aseguran que es necesario actuar de forma ambiciosa y acelerada para adaptarse al cambio climático, al mismo tiempo que se reducen rápida y profundamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
No obstante, hasta ahora, los avances en materia de adaptación han sido desiguales y cada vez hay más diferencias entre las medidas adoptadas y las necesarias para hacer frente a los crecientes riesgos, según el nuevo informe. Además, estas diferencias son mayores entre las poblaciones de menores ingresos.
“Este informe reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas e integra ciencias naturales, sociales y económicas con más fuerza que las anteriores evaluaciones del IPCC”, indica Hoesung Lee. “Subraya la urgencia de una acción inmediata y más ambiciosa para hacer frente a los riesgos climáticos. Las medidas a medias ya no son una opción”.
En este sentido, los científicos han analizado el riesgo de extinción de más de 100.000 especies de las que existe documentación científica. Los resultados son preocupantes: “Podemos comprobar que en trayectorias de calentamiento por encima de los 1,5ºC, es decir, sin una reducción drástica de emisiones en las próximas dos décadas, el riesgo de extinción aumenta en muchos grupos taxonómicos, a menudo por encima del 10% de las especies”.
Sin embargo, a pesar de la dureza del sexto informe del IPCC completo, los científicos señalan que aún hay alternativas para adaptarse a un clima cambiante. Así, este informe ofrece nuevas perspectivas sobre el potencial de la naturaleza, no solo para reducir los riesgos climáticos, sino también para mejorar la vida de las personas.
“Los ecosistemas sanos son más resistentes al cambio climático y proporcionan servicios vitales como alimentos y agua limpia”, apunta el copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, Hans-Otto Pörtner. “Al restaurar ecosistemas degradados y conservando de forma eficaz y equitativa entre el 30% y el 50% de los hábitats terrestres de la tierra, el agua dulce y los océanos, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar el progreso hacia el desarrollo sostenible, pero es esencial contar con la financiación y el apoyo político adecuados”.
“Nuestra evaluación muestra claramente que para hacer frente a todos estos diferentes desafíos se necesita la participación de todos –los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil–, para dar prioridad a la reducción del riesgo, así como a la equidad y la justicia en la toma de decisiones y la inversión”, explica la copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC, Debra Roberts. “De este modo, se pueden conciliar diferentes intereses, valores y visiones del mundo. Al reunir conocimientos científicos y tecnológicos, así como los conocimientos indígenas y locales, las soluciones serán más eficaces. Si no se consigue un desarrollo sostenible y resistente al clima, el futuro de las personas y la naturaleza no será óptimo”.
Por otra parte, el sexto informe del IPCC completo ofrece además una evaluación detallada de los impactos, los riesgos y la adaptación al cambio climático en las ciudades, donde vive más de la mitad de la población mundial.
La salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas, así como los bienes y las infraestructuras críticas, incluidos los sistemas de energía y transporte, se ven cada vez más afectados por los peligros de las olas de calor, las tormentas, la sequía y las inundaciones, así como cambios de evolución lenta, como la subida del nivel del mar.
“Juntos, la creciente urbanización y el cambio climático crean riesgos complejos, especialmente para aquellas ciudades que ya experimentan un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y desempleo, y la falta de servicios básicos”, dice Roberts. “Pero las ciudades también ofrecen oportunidades para la acción climática: edificios ecológicos, suministros fiables de agua limpia y energía renovable, y transporte sostenible que conectan las zonas urbanas y rurales pueden conducir a una sociedad más inclusiva y justa”.
“La ciencia nunca duerme: este informe pone de relieve cómo la aplicación de estos nuevos conocimientos puede aún evitar consecuencias catastróficas: haciendo que las ciudades sean más habitables y permitiendo que la gente se aleje de los riesgos de una manera que se centre en las injusticias de la inacción”, afirma Neil Adger, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Exeter.
“Las pruebas científicas son inequívocas: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier otro retraso en la acción mundial concertada hará que se cierre rápidamente una ventana para asegurar un futuro habitable”, concluye Hans-Otto Pörtner.
Fuentes: Sinc y duvi (Diario da Universidade de Vigo)